Special death

931 75 16
                                    

Calum tenía sus manos posadas sobre mis mejillas, trataba de estar lo más calmada que podía pero los múltiples escalofríos que corrían por mi espalda me provocaban más nerviosismo del que necesitaba. Sentía su mirada desesperada en mi, estaba cegado, sabía que diga lo que diga él seguiría con esta desquiciada idea.

—Sé como hacer para que no duela —dijo y soltó mi rostro.

—¿Podemos hacerlo en la bañera? 

—¿Por qué? —suspiró.

—Porque es cálida y agradable —me excusé, él resopló con cansancio. 

—Está bien, pero debemos irnos ahora. 

—Iré a llenarla —tartamudeé. Calum asintió no del todo convencido. 

Comencé a bajar las escaleras del ático, era mi única oportunidad, si no lo hacía ahora dudaba tener otra ocasión para poder escapar de esto. Llegué al segundo piso con mucha fuerza de voluntad, me sentía cansada, mis extremidades pesaban más de lo normal y el nudo que estaba en mi garganta se hacia cada vez más grande. Entonces supe que era el momento, supe que tenía que pedir ayuda ahora o sería demasiado tarde. 

—¡Socorro! —grité mientras me apresuraba en llegar a la planta baja de la casa— ¡Papa, ayúdame! ¡Él intenta matarme! ¡Ayuda! 

—¡Emma! ¡No! —escuché a Calum bajar más rápido de lo que esperaba.

—¡Papa! —repetí. 

Al llegar al salón principal mi corazón golpeada fuertemente contra mi pecho, las lágrimas me nublaban la vista. No había nadie, estaba sola, nadie podía ayudarme. Los pasos detrás de mi hicieron que volteé, Calum se aproximaba con agobio. La puerta se hallaba a tan solo unos pasos, tenía una salida después de todo, o eso creía. 

—¡Auxilio! —chillé cuando llegué a las viejas rejas negras que rodeaban el terreno, comencé a forcejear con éstas, mis manos no paraban de temblar— ¡Ayúdenme!  

Dos personas pasaban exactamente frente a la casa, pero ninguna me oía o no me hacía caso en absoluto. Las rejas se abrieron, suspiré de alivio pero cuando salí al exterior, dejando la casa atrás, algo sucedió. No estaba afuera en medio de la calle tratando de correr para mantenerme con vida, estaba de nuevo dentro de la casa, en la cocina y tenía a Calum frente a mi.

—¿Qué sucede? —musité— ¿Qué me hiciste? —trató de acercarse pero di unos pasos atrás. 

—Debes detenerte —volvió a caminar hacia mi mientras yo retrocedía—. Hagamos lo que dijimos que haríamos.

—¡Papa! ¿Dónde estás? —articulé— ¡Ayúdame! 

La puerta que conducía al patio trasero se encontraba abierta, me acerqué a ella y nuevamente corrí a la salida, pero siempre volvía al mismo lugar, regresaba a la casa, como si mágicamente me estuviera teletransportando. Calum me decía continuamente que me calmara, que dejara de correr, quería salir pero no podía, estaba atrapada.

—Por favor, Calum, por favor —dije jadeando cuando ya no pude volver a correr—. No quiero morir —tenía el rostro empapado de lágrimas. Él respiró pesadamente.

—Es muy tarde para eso —mi espalda chocó con la pared y se deslizó hasta llegar al suelo—. Emma, escúchame —susurró acercándose con cuidado.

—¿Por qué estoy corriendo como una demente? ¿Me drogaste? —él ignoro mis preguntas.

—No voy a hacerte daño, tengo que mostrarte algo y luego seras libre para ir donde quieras. Te prometo que no te detendré —se enderezó y me tendió su mano—. Tienes que confiar en mi.

Tomé su mano, no estaba muy segura de que confiaba en él, ni tampoco qué quería mostrarme, pero sentía como toda mi cabeza daba vueltas y no sabía qué pensar. Calum me condujo hasta un entrepiso de la casa, estaba oscuro y percibía la suciedad aunque no la veía, él encendió una linterna que había conseguido en algún sitio y pude confirmar que el lugar se hallaba repleto de tierra y telaraña por todas partes. 

—Me siento rara, como si me estuviera volviendo loca —le confesé. Calum no respondió, se limitó a seguir mostrando el camino.

—Cierra los ojos —dijo luego de un tiempo—. Y recuerda que todo va a estar bien, te amo —hice lo que me había indicado, un frío recorría todo mi cuerpo, él me ayudo a avanzar hasta que nos detuvimos—. Ábrelos —musitó.

Al abrir mis ojos me encontré con lo que menos imaginaba, me tensé por completo, podía sentir como mis lágrimas se escapaban, era imposible controlarlas. Era mi cuerpo, sin vida.

—¿Qué? ¡No! —sollocé. Calum me rodeó con sus brazos. Entonces recordé lo que había sucedido, o en parte—. Morí cuando tomé todas esas pastillas... 

—Intenté salvarte, en serio lo hice. Intenté que las vomitaras, vomitaste algunas, pero no fueron suficientes —dijo mientras se aferraba a mi—. Tomaste demasiadas, Emma —su voz se quebró—. Moriste llorando, te contuve, estabas a salvo, moriste amada. 

—Apenas puedo sentir algo —me solté de su agarre.

—No quería que lo descubrieras de este modo, Emma. Tú o tus padres. Tenía esta idea que si elegías morir conmigo, no estarías tan triste —hizo una pausa—. Nunca quise que vieras esto, lo siento mucho.

Mi corazón latía a mil por hora, o en realidad no lo hacía, sentía como cada parte de mi cuerpo temblaba descontrolada. Calum me tomó de los hombros y me acercó a su cuerpo rápidamente, su camisa comenzó a mojarse por las gotas que emergían de mis ojos y mis sollozos eran ahogados en su pecho.

Cuando salimos de ese horrible lugar mis piernas me fallaron, las lágrimas habían parado pero el enorme nudo que tenía en mi garganta todavía estaba allí, molestando como siempre. Volvimos a mi cuarto, el cual todavía tenía las piezas de ajedrez esparcidas por todas partes, Calum se sentó frente al tablero mientras yo me acomodé en mi cama.

—Asi que —rompí el silencio—, todo este tiempo, creí que yo te estaba protegiendo pero eras tú el que lo hacia.

—Es todo lo que quise hacer desde que te vi por primera vez —caminé en dirección a él.

—¿Por qué lo mantuviste en secreto? —me miró.

—Hola, soy Calum, estoy muerto ¿quieres salir conmigo? —hizo una mueca—. No lo creo.

—Sigo sin recordar mi muerte —me senté—. ¿Y tú?

—También.

—¿Qué sucede ahora? 

—Elijes una carta y luego descartas —dijo entregándome unos cuantos naipes.

—No, quiero decir ¿cómo será? 

—Asi, como siempre ha sido —nuestras miradas se cruzaron—. Tú y yo, juntos para siempre —susurró.

El silencio inundó la habitación, Calum bajó la vista para concentrarse en sus cartas aunque yo seguía viéndolo, su rostro demostraba inquietud y sus ojos estaban casi tan rojos como suponía que estaban los mios, suspiré levemente y acomodé los naipes en mis manos. Mi mente estaba en blanco y eso me molestaba, no sentía nada ahora mismo, solo un vacío dentro de mi. Porque estaba muerta, atrapada para siempre en este lugar.

Tainted Love || c.hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora