#1: Comienzo.

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Esa luz me llamaba inmensamente, caminé hacia ella con un brillo en los ojos que hace bastante no sentía. Curiosidad. ¿Así se llamaba? No recuerdo. Moví mi pie con una lentitud inigualable, me sentía como si tuviera un montón de peso sobre mí. Volteé. Nada, como siempre. Intenté mover mi pie izquierdo pero algo me detuvo, ¿qué demonios? Bajé la mirada con la misma lentitud de antes, un grillete. ¿De dónde había salido? Miedo. Empecé a sentir un miedo embriagador. Empecé a ver alrededor en busca de ayuda, pero sólo estaba esa luz que me llamaba todavía. “Bella” conseguía escuchar en susurros. Empecé a temblar. Volví a ver el grillete que me mantenía cautiva y me sorprendí al ver que ya no estaba ahí. «Corre.» Alcancé a escuchar, por lo que eso hice. Empecé a correr como nadie, como si mi vida dependiera de ello, como si con cada paso que diese, el camino detrás de mi empezara a desaparecer.

«Detente.» Volví a escuchar. Obedecí. Mi respiración era agitada y mi pecho crecía y bajaba tratando de calmar el pulso de mi corazón acelerado. Miré a mi alrededor y lo que vi fue fuego, gritos, dolor, a mi madre llorar desconsoladamente mientras mi padre estaba a su lado, tratando de ser fuerte por los dos y por último, a él…

“Bella”, “Bella”, “Bella”, “¡BELLA!” Escuchaba sin cesar, “¡BELLA!” Volví a escuchar.

Mierda.

                                                              ~o~

Desperté por medio de gritos y mi padre tomándome de los hombros y el mentón para tranquilizarme. Con ojos desembocados me lancé a llorar y a abrazarlo con desesperación. Ya eran dos meses que volvía a tener las pesadillas sobre ese accidente. Me separé con lentitud y me limpié las lágrimas para empezar a respirar profundamente a ver si conseguía tranquilizarme, miré a John con arrepentimiento por haberlo despertado y suspiré pesadamente tratando de acomodarme el cabello. Noté algo pegajoso y mojado sobre él y mi frente, por lo que moví mis dedos con mi pulgar para luego poner una mueca de asco y verme todo el cuerpo, estaba completamente sudada.

—Joder. —Mascullé mientras me colocaba mi mano limpia en los labios casi de inmediato, viendo a mi padre con los ojos como platos. Este sólo sonrió e hizo oídos sordos ante mi grosería. — Lo siento. 

—Está bien, Bella. No te preocupes.

—¿Qué hora es, papá? —Miré el reloj al lado de mi mesa de noche y suspiré de nuevo. Las cuatro de la mañana. Me levanté no sin antes darle un beso en la mejilla a mi padre y empecé a dirigirme al baño para darme una larga ducha, no podría volver a dormir una vez que me había despertado y además ese día comenzaba el instituto. Estupendo. —Deberías irte a dormir de nuevo, no creo que pueda volverme a la cama de nuevo. Ve a tranquilizar a mamá y dile que estoy bien.

Le dediqué una sonrisa pequeña y me introduje en el baño cerrando la puerta con delicadeza, me miré en el espejo con seriedad y solté una mueca de asco al verme toda sudada y realmente desarreglada. Mi cabello estaba hecho un desastre y todo pegajoso, tenía la piel toda sudada y mi rostro tampoco estaba muy bien que digamos. Coloqué ambas manos sobre la mesa del lavamanos y me quedé viendo fijamente mi reflejo, definitivamente las ojeras no eran mis mejores amigas y las lágrimas no ayudaban a desaparecerlas. Desvíe la mirada a un punto muerto del lavamanos y empecé a despojarme la ropa para bañarme, tal vez un baño me pudiese ayudar a despejar mi mente y prepararme para el día tan largo que me esperaba.

Aproximadamente una hora después —y medio tanque de agua vació después—, salí del baño y me dispuse a vestirme. Todavía tenía una hora y media para arreglar mis cosas y desayunar, por lo que me enrollé mi cabello en una toalla, me sequé con rapidez y me coloqué la ropa interior para empezar a visualizar mi guardarropa. Tomé un suéter de lana gris largo hasta el muslo con una cruz negra a lo largo, unos pantalones ajustados, unas botas a juego y un gorro que me pondría después. Me dejé el cabello suelto y esperaría a que se secara, a pesar de que siempre se me ponía como una escoba cuando se me secaba con el tiempo, el gorro taparía parte de las imperfecciones y además, era el primer día. Me importaba muy poco las primeras impresiones que podría causar en un grupo lleno de falsos que en algún momento me darían la espalda y empezarían a destrozarme la vida como quisieran.

Cenizas de Azúcar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora