Cenizas de Azúcar.

#3: El grupo, la princesa y más sorpresas.

Mis ojos seguían perdidos en la persona que se encontraba frente a mí, pasándolos desde su cabello hasta sus pies. Apoyé todo mi peso en mi pierna izquierda y dejé mis manos en mis caderas. Mi duda seguía en pie y esperaba que me contestara con una pequeña esperanza de que me sacara de ese jardín en el que me había perdido.

—Tomaré eso como un sí. —Contestó sonriendo dulcemente ladeando la cabeza y se acomodó una hebra de cabello por detrás de su oreja diestra. —Katherine, mi nombre es Katherine Meyer. —Estiró su mano para que yo la estrechara y se acercó un par de pasos hacia mí. Miré su mano con cierta desconfianza y terminé estrechándola luego de un par de segundos de dudas, no terminaba confiando mucho en la gente.

—¿Cómo sabes mi nombre? —Pregunté en un murmuro mientras soltaba su mano lentamente y la devolvía a mi cadera. Bien, sabía que era la chica nueva, sí, pero no por eso todo el mundo debía de saber mi nombre… ¿O sí? Entrecerré los ojos brevemente o empecé a observarla discretamente de nuevo, su hermoso y brillante cabello castaño achocolatado le llegaba un poco más debajo de los hombros, tenía unos hermosos ojos verdosos y una sonrisa de revista, sin mencionar su buena figura. Suspiré para mis adentros, seguro debía de ser la chica popular.

—Simple, no eres alguien común. —Me contestó con simpatía y gracia, como si le divirtiera la situación. La miré sin entender y fruncí el ceño con curiosidad, ¿sabía algo que yo no? Al parecer entendió completamente mi expresión porque se acercó más a mí y me pasó su brazo izquierdo por los hombros, empezando a caminar y llevándome con ella con toda la confianza del mundo. Trataba de no demostrar mi incomodidad tanto en la postura como en la cercanía, no es que fuera tímida o algo por el estilo, pero el nerviosismo me ganaba lo suficiente como para hacerme ver como idiota “y actuar como una”, me agregó mi consciencia. —Se reconocer a alguien con potencial cuando lo veo y créeme que no soy la única persona a la que llamaste su atención.

Mis dudas iban en aumento más y más y mi confusión no me ayudaba demasiado, por lo que decidí simplemente asentir y esperar a que las respuestas vinieran solas. Cuando aparté mi mirada del camino, pude ver a todos los alumnos de nuevo, ya no estaban pegados a la rejilla del campo de fútbol y las tías súper emocionadas ya se habían tranquilizado lo suficiente como para simplemente irse a hacer lo que sea por ahí. Pasé mi mirada buscando a ese chico moreno de antes y suspiré aliviada al no encontrarlo, seguro él y los otros chicos se habían ido a bañar o cambiar después del partido.

Sentí como Katherine retiraba su brazo de mis hombros y me tomaba delicadamente del brazo para arrastrarme a otro lugar, volteé para ver hacia dónde nos dirigíamos notando que estábamos yendo hacia un grupo de personas que hablaban animadamente y bromeaban entre sí. Sonreí de lado al ver eso recordando el montón de veces en las que yo había sido partícipe de ese tipo de grupos de vuelta en Francia, pero esa sonrisa desapareció casi inmediatamente cuando sentí todas las miradas curiosas e interrogativas de las aproximadas siete personas que se encontraban allí sobre mí, casi preguntando a gritos quién era yo y qué hacía con mi ahora nueva amiga.

—Hola muchachos, ¿qué tal andan? Ella es Isabella, es nueva. —Me soltó el brazo y me presentó frente a todos con una gran sonrisa, habían en total ocho personas, me había saltado a una chica de cabello rubio que estaba de espaldas cuando los había mirado, cuatro hombres y cuatro mujeres estaban mirándome expectantes a que dijera algo, pero en algunas miradas pude notar más que un recibimiento cálido, un odio infinito. Clavé mi mirada en la rubia mencionada anteriormente, estaba acompañada de un chico de ojos cafés y una chica delgada con el cabello azabache cayéndole en cascada sobre su pecho, tenía rasgos asiáticos, cosa que me hizo sonreír para mis adentros. Todos me empezaron a saludar con tranquilidad y entusiasmo, entre ellos un par de chicas que se veían bien encantadoras y otros tres chicos bastante entretenidos, pero los tres que había mencionado anteriormente ni se dignaron a respirar el mismo aire que yo.