Recuerdos del Ayer: Parte 2

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Un buen mentiroso sabe que la mentira más efectiva es siempre una verdad a la que se le ha sustraído una pieza clave. – Carlos Ruiz Zafón

Capítulo 7

Vancouver, hace cuatro años aproximadamente.

―Paper... ―La voz de Christopher hizo sonreír a la chica. No sabía que se oía muy bien su nombre en su boca―. ¿En qué dirección vistes las luces?

Paper vivía a unas cuantas casas de donde ellos vivían, con el bosque en dirección al norte y la avenida principal enfrente. Una llamada antes, le había comentado a Ransell, su amiga, que había visto un fenómeno extraño en el cielo la noche anterior que, aparentemente, su hermano también observó.

―¿Por qué tanto interés? ―preguntó Ransell, y a uunque no logró verla a través d ela cámara, estaba segura que debía estar frunciendo el ceño.

―Déjale Ransell... lo que sucede es que tu hermano y yo tenemos los mismos intereses... ―Le contestó Paper, y con mucho ánimo añadió―. Christopher, las vi en dirección al noroeste. Parecían rayos fluorescentes que alumbraron todo el lugar. Jamás había visto algo igual.

―¿A qué hora las viste? ―inquirió con ansiedad el muchacho, mientras le vio tomar de la mesa de noche de su hermana papel y lápiz para anotar.

―A las 1:00 A.M. ―respondió, con una mueca ella― Creo... Pero de todas formas te enviaré la hora que guardó mi móvil el vídeo.

―Gracias ―respondió él―. Si puedes enviármelo ya, sería genial, Paper. Te debo una...

La chica asintió sonrojada, tomando su celular para enviar de una vez lo que le pedía. Conociendo a su amiga, seguro debía estar sorprendida que hiciera lo que su hermano pedía sin más. Pero es que realmente le gustaba. 

El vídeo que Paper le envió, se trataba de una toma que se había hecho en la habitación de su cuarto, y daba hacia las profundidades del mismo bosque que compartían hacia el Norte. Por encima de los árboles, en el cielo, el vídeo mostraba rayos que atravesaban la densa oscuridad y lo iluminaban con matices que parecían incendiar el cielo. Pero fue algo que duró 10 segundos exactamente, para simplemente apagarse y permanecer todo como si nada hubiera pasado.

Y aunque ella había terminado de hablar con Ransell y su hermano. Se sentía alegre, pues por fin Christopher se interesó en algo que ella hubiera dicho. Y se lamentaba anteriormente de no encontrar algo que, en conjunto, pudieran tener afín, pero parece que le gustaban las cosas misteriosas. Ella no era fan de eso, pero todo misterio traía curiosidad hasta para la mente más descuidada. 

Seguramente desea pertenecer a FACTORY, tanto como yo, pensó la chica, con una emoción que no le cabía en el pecho. 

Recordó que lo que había visto en la noche, esos rayos de color verde, parecía uno de los tantos ataques de alguno de esos sujetos infectados. Paper, particularmente, le aterraba estos hombres y mujeres, e incluso niños, pues temía por su vida y la de las personas "normales". Estaba claro, aunque existía una biodiversidad en el mundo, toda especie se desarrollaba en su propia comunidad, y aunque el ecosistema les hacía vivir en convivencia entre diferentes especies, no veía posibilidad alguna de que un fenómeno de esos pudiera convivir con ellos. Bastaba con que uno de ellos tuviera maldad, para someterles y acabarles.

Estiró su cuerpo sobre la cama, mientras observaba su habitación. Se dio cuenta que realmente todo estaba muy desordenado. Y solo pensó que gracias a Dios que siempre permanecía cerrado, porque sino su mamá se volvería loca con tanto desorden. aunque, para ella, su desorden era su propio orden. Ella sabía donde estaba cada cosa que necesitaba, pese al huracán que había estado en su habitación.

Código Genético: La Rebelión [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora