La Guerra: Parte II

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Si no puedes volar, corre, si no puedes correr, camina, si no puedes caminar, gatea. Sin importar lo que hagas sigue avanzado hacia adelante. -Martin Luther King Jr.


Capítulo 21

Hace mucho que la lluvia con la que había iniciado la batalla se había detenido. Claro, aunque el amanecer ya había aparecido, no era algo para admirar como solemos ver en muchas películas, debido que a los días lluviosos en la selva, mantenía el cielo completamente nublado. Por eso, lejos de ver un cielo despejado con un reflejo amarillento por el sol, se veía un cielo gris, lleno de nubes, con un resplandor blanquecino que molestaba a la vista. La sumatoria del cielo, con la destrucción del terreno, el fuego, cuerpos robóticos y humanos en el suelo, hacía que este se mirara como un ambiente caótico, triste y lleno de muertes. 

José, uno de los hermanos de Ángel con la capacidad de crear múltiples clones de él, había sido una gran ayuda para este tipo de guerra que estaban llevando. La falta de números de personas que necesitaban, este lo había duplicado para varios propósitos: una parte para compensar a los caídos, y la otra se encargaba de trasladar de un lugar hasta donde se hallara el escuadrón médico, con la intención de que fueran tratados y curados, y así evitar pérdidas. Esto lo hizo porque estaba preocupado por la gran disminución que había causado la guerra a los suyos, pero era justo eso, lo que le hacía no renunciar. 

Desde la distancia miraba como su hermano luchaba con fervor y valentía. Había creado en el aire armas corto-punzantes, que se movían por sí solas de un lugar a otro. Y aunque el José real no estaba en un enfrentamiento directo, solo sus clones, estaba conforme de su trabajo como rescatista, nunca creyó que salvaría a tantas personas de una vil muerte y que serviría de apoyo en el terreno. El problema radicaba que, de la forma en la que sus clones eran asesinados, estos regresaban a él pero trayéndose consigo el dolor. Por eso, permanecía sentado en una roca entre el bosque, con una expresión terrible. Tenía su mano en su corazón, y jadeaba y sudaba terriblemente. 

En ese estado, vio como uno de sus compañeros de guerra estaba herido en el suelo. Con solo dar indicaciones mentales a sus creaciones, vio como uno de sus clones que estaban de vigías, corrieron hacia la ubicación de aquel chico. Creyó que estaba muerto pues tenía una enorme abertura en su espalda, pero cuando lo volteó hacia el frente con cuidado, se dio cuenta que respiraba. Sin embargo, su condición era grave. El chico gimió de dolor y le miró suplicante, como queriendo decir que no quería morir. 

—Te pondrás bien, Kevin —dijo José, al muchacho de apenas trece años de edad—. Solo espera un momento, no te mueras.

El chico moribundo asintió sin muchas fuerzas, pero sabía que pronto se desmayaría. Pasaron tan solo unos minutos, cuando un chico delgado y de traje oscuro apareció, y mirando a José, dijo:

—Uno de tus clones me ha dicho que venga hasta aquí, ¿qué sucede?

—Él, bueno, debes llevarlo con Zun o Nahomi, está realmente grave. Es el chico cuervo y sé muy bien lo que ha hecho por todos nosotros —respondió José, con preocupación.

El chico asintió, y tomando con mucho cuidado a Kevin. Corrió a gran velocidad. Al menos, el único velocista que tenían en el equipo, seguía con vida. Claramente, no era la primera vez que usaban a este para trasladar a un cuerpo y otro, así como a la chica que se teletransportaba, pero hacía mucho que habían dejado de oír a Andy, y, no había otra cosa más que improvisar con lo que se tenía.   Y la de ubicar y trasladar cuerpos al escuadrón médico, estaba funcionando perfectamente.

Kevin, en segundos, estaba con Zun. La chica de piel morena y estatura bajita, resultó ser un prodigio para la curación, al igual que Nahomi. Por increíble que pareciera, resultaba que, el hecho de tener la capacidad de curar, no significaba que podían tener los mismos resultados. Algunos solo cerraban heridas, otros regeneraban los tejido y las células, otros modificaban estos, y así toda una gama de mutantes que, en esta rama, podían realizar cosas diferentes que podían servir o no, dependiendo de la situación. Pero, según las personas que contaban, Zun y Nahomi eran las mejores.  

Código Genético: La Rebelión [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora