INTRODUCCIÓN

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Cuando mi madre me llevó a la conferencia sobre vocación para adolescentes a punto de graduarse del secundario, lo que menos sospechaba era que iba a encontrar allí al amor de mi vida.

Claro está, tampoco imaginaba que ese amor no sería humano y pondría mi vida en peligro.

Se llamaba Kaylah. El director de la biblioteca pronunció su nombre en voz alta cuando leyó el listado de jóvenes que se habían anotado para asistir. Me pregunté de dónde sería un nombre tan peculiar y por mera curiosidad, me voltee para observar al chico que lo portaba.

Mis ojos se abrieron cuando nuestras miradas se cruzaron. Sentí que el resto del mundo había dejado de existir por un instante. Mi corazón se detuvo.

La perfección emanaba por sus poros. Desde los grandes ojos verdes hasta los músculos marcados bajo su camiseta, todo en él desprendía un aura divina. Al dar el presente con un simple "aquí", su voz se metió bajo mi piel hasta hacer que mis piernas se volvieran de gelatina; y su sonrisa fue, desde ese primer encuentro, mi perdición. Incluso su personalidad era demasiado perfecta: inteligente (nerd) aunque también deportista, atrevido pero no un mujeriego. Era el hombre perfecto, el chico ideal.

Y por algún motivo inexplicable, era también el primer joven en fijarse en mí.

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KAYLAH (editando) #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora