CAPÍTULO 8: ¡Demonios!

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—¡Eres un maldito psicópata! —grito.

Kaylah tiene el rostro serio mientras me escucha. Doy manotazos a su pecho... Ay, sus músculos ¡No, concéntrate, Rose! No es momento de admirar su físico, él es un completo imbécil, un demente. Porque no hallo otra explicación para lo que sucedió hace unos momentos. Estoy completamente segura de que este show lo armó él, quizá me siguió o estuvo espiándome y preparó las cosas de manera que quedara como un "héroe". Pero no le funcionó, a qué idiota podría ocurrirsele hacer esta locura.

—No sé cómo hiciste lo de la sombra y lo de aventarme —continúo mis reclamos—, pero si piensas que voy a creer que las sombras de los demonios son reales, estás muy equivocado. Semejante tontería, es una completa estupidez.

Acto seguido su cuerpo comienza a perder la forma; su rostro se desdibuja, su piel se oscurece hasta quedar totalmente negro, no tiene cara ni ningún otro rasgo físico. Es... una sombra.

Camino hacia atrás y choco con la pared, me deslizo hasta quedar sentada, niego una y otra vez con la cabeza sin poder creer lo que veo.

—¿Ya no tienes dudas? —dice Kaylah, aún siendo una sombra—. Rose, es necesario que te calmes y me escuches. —Sigue hablando y se acerca a mí.

—Aléjate —pido intentando sonar firme, mi voz sale ahogada y se parece más a una súplica.

Kaylah suspira y vuelve a su estado normal, lo prefiero mil veces así, con rostro.

Me toma de los hombros con fuerza, mira directo a mis ojos, los suyos siguen verdes tal como los recuerdo, pero en esta ocasión su mirada es diferente, transmite una energía brutal.

—Rose, calla y déjame hablar. —Asiento sin pronunciar palabra—. A estas alturas ya debes saber que Bernard Kaligaris era un investigador que se obsesionó con un tema demasiado peligroso para él. Por esa razón fue eliminado. Sé que es difícil de aceptar, sin embargo es la absoluta verdad.

—Es que, es imposible —susurro. Algunas lágrimas caen sin poder contenerlas.

—Tú misma lo has visto, una de las sombras te atacó por orden de su demonio. Rose, te quieren muerta.

—¡¿A mí?! ¿Pero yo qué tengo que ver en esto? —No me queda más que admitir que esto es real.

—Todavía no lo sé, si fuera sólo el que me olieran en ti te habrían secuestrado o controlado, pero lo que ellos desean es eliminarte definitivamente o algo que requiera hacerte mucho daño. Va más allá de mí.

—E-e-entonces, los demonios vendrán a buscarme —tartamudeo nerviosa.

—No —contesta y tengo un breve instante de alivio—. Los demonios no pueden entrar a este mundo, a menos que un humano los invoque. Y usualmente le piden algo que lleva tiempo. En cambio las sombras sí podemos estar aquí sin ningún problema, claro, sólo si nuestro amo lo ordena.

—¿Qué voy a a hacer? —sollozo—. ¡No quiero morir!

—Tranquila, yo te protegeré. —Me guiña un ojo en actitud coqueta, es el mismo de siempre—. Ahora lo primordial es averiguar qué quieren de ti.

—¿Y eso cómo lo haremos?

—Creo que Bernard es la clave, sugiero que nos concentremos en encontrar su investigación.

—Ya revisé toda la casa y no hay nada —explico.

Él hace caso omiso y comienza a vagar por el lugar. Yo lo sigo, más que nada para estar segura, no me gustaría estar sola y desprotegida si otra de esas cosas se apareciera. Su vista recorre cada rincón, se mantiene concentrado tratando de hallar alguna pista. Al fin se detiene en la fotografía de Astrid y su tío, Kaylah la levanta y la retira de su marco.

KAYLAH (editando) #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora