¡S-soy un estudiante, Sasuke-sensei!

¿Tengo competencia?

La noche era fría por la nevada. Llevaba poco más de dos horas en la carretera con un solo punto en mente y Hinata dormía relajada, confiada, en el lado del pasajero desde hace unos treinta minutos.

— Hinata —llamó por ella con un tono sereno— Llegamos.

Abrió los párpados lentamente. Delante de ella, por el parabrisas divisó un auto lujoso y a la derecha una casa de dos pisos con un estilo veraniego y acogedor. Claramente una familia de cuatro o cinco personas la habitaban.

— Entremos, o nos congelaremos aquí afuera. —expresó con la mano en la puerta. Descargó el par de maletas de ambos y caminaron a la entrada principal. Él tocó el timbre y detrás del cristal cuadriculado una sombra llegó hasta la puerta.

— ¿Sasuke? —Itachi miró a su hermano con asombro— ¡Qué alegría! —Sin poder evitarlo, Sasuke fue presa del abrazo de su hermano— Hace un par de años que no te veo. ¡Me alegra mucho que me visites por las fiestas!

Sasuke respondió a la muestra de afecto algo tímido y Hinata no pudo contener una risilla por la actitud. El sonido no pasó desapercibido por Itachi, quien al ser unos centímetros más bajo que su hermano tuvo que ladear un poco el cuerpo para apreciar el resto del pórtico.

— ¿Y esta linda jovencita? —preguntó con asombro. Se separó de su hermanito por completo y sus ojos, tan oscuros como los de Sasuke, viajaron de este a la muchacha, de regreso a Sasuke, la muchacha y de nuevo a Sasuke.

— Soy su tutor. —alegó frío e indiferente.

— ¿¡Qué?! —Itachi caminó hasta ella— ¿Pasan dos años y tienes una hija? —tomó con delicadeza su mano— Un placer.— sonrió—Me llamo Itachi y por si este despistado no te lo ha dicho, soy su hermano mayor.

— S-sí... Sasuke-kun me contó. — respondió tímida y suavemente sonrojada porque notó que también sufría la maldición de la juventud.

— M-mi nombre es Hinata... Hinata Hyuga. U-un gusto cono...

Una corriente cruzó el lugar, ella tiritó y estornudó.

— ¡Qué grosero de mi parte! Pasa, pasa o te enfermaras. —la sujetó de los hombros y la obligó a entrar con suavidad; Sasuke arrugó la frente no por el gesto en sí; más bien por tocarla tan confianzudo. — ¿Y tú? —agregó— No te quedes allí y entra el equipaje de mi sobrina. Rápido que el clima está para resfriarse.

Sasuke chasqueó la lengua, pero obedeció en silencio.

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— Y cuéntame. —Itachi cruzó el marco de la sala con una bandeja en la que el vapor de las tazas con chocolate caliente reconfortaba de inmediato— ¿Cómo terminaste siendo el tutor de esta chica? — Hinata sonrojó por ser el centro de atención. Aceptó la taza de manos del mayor y percibió el mismo aroma que en departamento. «Debe ser... la bebida favorita de ambos.» Pensó.

— Mejor hablaremos después. Necesita descansar.

— Está bien 

Conocía muy bien a su hermano. Aceptó, pues el tema que debía tratar era serio; después de todo ante sus ojos los moretones de los brazos en la chica no fueron invisibles

— Sígueme, Hinata. Te mostraré donde puedes descansar.

Los hermanos Uchiha apenas tomaron un sorbo de sus respectivas taza. Por su parte, Hinata la bebió de golpe por respeto; además de que era placentero el sabor y la calidez en su cuerpo. Ella avanzó primero por las escaleras.

— Debiste llamar, Sasuke. —indicó a su lado— Hubiera adecuado una alcoba para ella.

— No... No se preocupe Itachi-san. —comunicó avergonzada.