... eres tú.

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Llegaron a casa con fatiga mental, pero la búsqueda no era en vano. Konan los recibió con una tasa de café para mantenerse despiertos. En la mente de cada uno estaba el reproche de: ¿Por qué no llamar a la policía? Puede que siendo adultos... ¿se estuvieran dejando mandar por un simple adolescente? El problema era denunciar... ¿qué?

Hinata cumpliría los 18 años en diciembre. Sí, era menor aún, pero no era secuestro. ¿Qué tal si ella mentía y decía ante los oficiales que solo era una fuga de enamorados? No hay ley que castigue ello —a menos que él fuera adulto, cosa que no pasa ya que tienen la misma edad—. También estaba la duda de: ¿Ella sería capaz de decir que él la amenazó para irse del país?

Quizá no. Pero eso era antes. Ahora Hinata conocía el paradero de su hermana y era razón suficiente para hacer lo que sea con tal de volverla a ver. Además, el papel que leyeron no era prueba suficiente para culpar a Toneri de secuestro. Hanabi llegaría a Japón por sí misma. Eso significaba que no corre riesgo alguno.

Pero había una manera de hacer recapacitar a la ojiperla.

Debían encontrarla en el aeropuerto y decirle que Hanabi estaba bien; sana y salva. Ella cambiaría de opinión y regresaría a su lado. Si ese escuálido chico de cabello cano se lo impedía, entonces sí había un delito y sin duda, Sasuke lo golpearía, aunque implicara unos días en prisión.

Pero, ¿cómo estaban tan seguros que ella no se había ido ya? ¿Qué les hacía creer que Hinata seguía en Japón? Eso es gracias a la capacidad de observación de los hermanos Uchiha. Conversaron de las anomalías que encontraron en el departamento cuando regresaban a casa.

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/FLASH BACK/

Ambos hermanos subieron al coche y arrancaron rumbo a casa. Sasuke se fijó por el retrovisor de los vehículos estacionados en el aparcamiento.

— ¿Y bien? —pregunta Itachi— ¿Inicias tú o lo hago yo?

— Uno de los vehículos tiene alterada la placa. —Sasuke tenía su frente arrugada y los párpados juntos, con voz serena— No es notorio, pero es un imbécil para encubrir el matiz que provoca el brillo de las luces de otro vehículo sobre la pintura.

— El departamento tenía demasiadas botellas regadas por el lugar, pero no había señas de violencia o suciedad de vómito. —la mirada fija en el camino y su tono de voz cambió; se vuelve más grave cuando trata con suma seriedad un caso peligroso.

— Los platos estaban sucios, pero no había comida en el cubo de basura. Eran restos de comida instantánea. Estando borracho no creo que se alimente, y si lo hace habría restos o manchas en el suelo por su descuido.

— Un walkie talkie sobre la estufa estaba impecable. Viviendo en esas condiciones debería estar roto o quemado. —el auto paró en una luz roja por unos segundos— Me dio tristeza verlo llorar de forma tan fingida. —el auto retomó la marcha.

— La forma de cambiar el tema. Si realmente hubiese bebido algo del alcohol que compró para hacer su teatro, le habría creído; al menos un uno por ciento.

— Llama a Konan y dile que nos espere con algo de café caliente y que averigüe el próximo vuelo a Estados Unidos, incluso los que hacen escalas. —Itachi le pasa su celular a Sasuke, que mantenía el silencio. Marcó el número de casa. Todo con normalidad, aunque no podía ocultar su preocupación.

— El más pronto sale a las 7:15 de la mañana. —cerró el celular mientras le comunicaba lo que su cuñada le había dicho— Es directo.

¡S-soy un estudiante, Sasuke-sensei!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora