No sé si han pasado dos o tres semanas desde que las clases comenzaron. La universidad es un lugar jodidamente exhaustivo y, en cierto punto, aburrido. Casi no me relaciono con alguien. Apenas salgo de mi casa en las tardes. Estudiar en otra ciudad es mucho más molesto de lo que yo pensaba.
Lo único que tengo para lograr una comodidad aceptable es mi celular con música, mis audífonos, mi laptop y mis escritos.
Si te lo estas preguntado desde hace rato, esos escritos son una historia, o novela, como gustes llamarlo, de varios meses en los que he perdido el tiempo. Las menos de cien hojas escritas ya han sido leídas por algunas personas. La única a la que le he tomado importancia sus críticas me ha dicho que está muy buena y muy intrigante. Después de tantos meses esforzándome en poder hacer algo bien y que me guste, siento que esas palabras de dicha persona ya no están haciendo el mismo efecto que antes.
Últimamente he pensado en dejar de escribir esto. Escribir otra cosa o enfocarme en mis estudios un poco más, ya que esto si me quita algo de tiempo.
Admito que si tengo imaginación; que me llegue otra idea será algo muy fácil. Aunque, esto es algo en lo que me he esforzado al máximo y creo que superarlo será algo muy difícil. Podría decirse que es mi Magnus Opus.
Es curioso cuando toda tu mente, tus pensamientos, cambian de un momento a otro.
Simplemente te sientas con tus compañeros, para intentar socializar más, te das cuenta que esa chica de voz chillona está en el mismo grupo, te acercas con toda la timidez del mundo y abres la boca.
—¿A tú te gusta leer, cierto? —Ni siquiera eres capaz de decirle hola, idiota.
—Sí, me gusta mucho. ¿Por qué preguntas? —Su copete castaño llega hasta sus ojos.
—Es que, bueno, a mí me gusta escribir historias. Y justo ahora estoy escribiendo una. Y me preguntaba si te gustaría leerla —Creo que mi cara está ardiendo.
—Claro, no hay problema —No la pensó y me respondió con una sonrisa.
Mierda, ahora sí que estoy jodido. No debí acercarme y menos decirle eso. Ni siquiera tuve el coraje de saludarla.
El prólogo y el primer capítulo ya estaban impresos en mi mochila. No sé por qué los tenía; quizá por si se daba la ocasión. Se los entregue en su asiento. Teníamos dos horas libres y ella las uso para leer esas pocas hojas con tantan palabras de negro.
Me sentía ansioso. Solo la observaba a unos lugares de distancia. Ni con mis audífonos me ponía tranquilo. Mi corazón corría a mil por minuto al ver sus ojos pasas cada línea hasta llegar a la última. Solo hubo un silencio camuflado por la voz de los demás. Solo me acerque, nervioso.
—¿Y qué tal?
Ella levanta la mirada y me sonríe.
—Me gustó mucho, de verdad.
Esas palabras ya las había escuchado antes. Mucho antes de que ella existiera para mí. Pero esta vez es diferente. Sus ojos cafés tenían un brillo muy notorio y su boca mostraba una sonrisa con increíble asombro y emoción. Esta chica sí que hablaba enserio.
—No es todo lo que he escrito. Aún hay más hojas impresas —Mentira. Solo esas son las impresas.
—¿Y me los darás?
—Si quieres.
Que me haya hecho esa pregunta me da emoción. Hace mucho que no sentía algo así. Quizá es la primera vez.
La siguiente hora paso en un parpadeo. Empezamos a hablar solo nosotros sobre nosotros. Nuestros gustos, aficiones, anécdotas del pasado, nuestros miedos, planes para el futuro, algunas cualidades que tenemos, pero más que nada sobre el libro.
Empecé a contarles tantos detalles como sea posible, sin darle "spoilers". Cada sonrisa, cada salto, cada emoción de euforia me empezaba a gustar mientras más veces lo hacía. Solo pequeños secretos sobre la trama y mis personajes bastaron para darme cuenta de lo genial que se ve haciendo eso.
Resulta que tengo un "cliché" de tronarme los dedos de mis manos, por alguna clase de impulso, y en esos minutos me di cuenta que eso le daba alguna clase de escalofríos. Al parecer, sus oídos son demasiado "sensibles" por el sonido que hacen mis pequeñas articulaciones. Con tal de calmar esa sensación de incomodidad que le causaba, la abrazaba o solo tomaba ambas manos y dejaba que respirara un poco. Me agradaba hacer eso. Me gustaba en roce de sus manos con las mías, en una sensación cálida y suave.
Supongo que así logre hacer mi primera amiga.
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Pensamientos de un escritor enamorado
Romance¿Te has preguntado cómo es el amor en alguien que es capaz de relatar historias románticas? ¿Te has preguntado cómo lo vive alguien así? ¿Es lastimado? ¿Es inspirado? ¿Pensará que el amor es un sentimiento maravilloso? ¿o que es una pérdida de tiemp...