Solo un accidente

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Canción: The Chainsmookers - "Closer"

Estos últimos días han sido un tormento para mí. Un remolino de sentimientos que no quisiera sentir justo ahora. Amor, felicidad, euforia, inspiración; todo eso en solo un momento... y es repulsivo.

Cada vez que llego a mi casa, me voy a dormir, me despierto, llego a la escuela y la veo siento todo ese tipo de emociones. Y la culpo por eso.

Aunque a veces me gusta.

Ahora, el siguiente fin de semana, iré a acompañarla al hospital. No, no está enferma ni nada.

Resulta que una compañera de nuestra escuela padece de algún tipo de cáncer y necesita donadores de sangre. El problema es que tiene un tipo de sangre rara, y ella es la única que tiene esa sangre que yo conozco. Y me pidió que la acompañara, ya que tiene un poco de miedo.

Teníamos que reunirnos la parada de autobuses a las 7 a.m. para poder tomar el camión que nos llevará al hospital. Y justo ese día a mi cuerpo se le ocurre levantarse diez minutos tarde de la hora que acordamos. Carajo.

Le mando un mensaje rápido y me dice que ya está esperando en la parada. Chingada cola.

Me apuro a arreglarme por completo en menos de tres minutos y salgo de mi casa, corriendo a toda la velocidad que puedo. Lo bueno es que el clima aún se siente fresco, debido a las altas horas de la mañana.

Solo llego y, entre el montón de gente, esta ella. Recargada a la pared, checando su celular. Tiene el cabello aun mojado, una blusa morada y un pantalón azul oscuro, con zapatillas y un par de anteojos cubren sus ojos, dándole un toque más hermoso e intelectual. Al acercarme, voy notando que está leyendo algún libro desde su celular. Puedo sentir el perfume dulce que tiene mientras me voy acercando.

—Lamento llegar tarde —Digo, mientras hiperventilo.

—No importa —Se ríe tiernamente—. Lo bueno es que llegaste.

Empezamos a hablar sobre lo que hacíamos desde anoche, lo que cenamos, si dormimos bien y otras cosas menores. Una plática corta hasta que llega el camión, el problema es que, debido a que no se mucho de los camiones en esta ciudad, ella, como es propia de aquí, elige el camión, solo que tomamos el equivocado. Nos damos cuenta cuando toma un camino apuesto a donde nos dirigíamos y es ahí donde nos bajábamos.

—Creí que sabias de estos caminos.

—En serio perdón —Se disculpa con una sonrisa tierna—. No pensé que fuera el camión equivocado. Supongo que debí checar a donde iba primero.

Lo bueno de esto es que el hospital nos queda unas cuadras de donde estamos y decidimos caminar, mientras hablamos sobre nuestras vidas y lo que nos gusta hacer.

Lo malo es que, mientras íbamos en el camión, sentí algo extraño en el bolsillo de mi camisa. Lo extraño, es que supe que era cuando lo vi. Lo incomodo (aunque había confianza) fue que se lo enseñe: un condón.

Al parecer mi compañero de cuarto supo que ropa usaría y se dio la libertad de poner este sobre de condón en el bolsillo. Y hasta ahora me voy dando cuenta. Maldito hijo de perra.

Cuando le ve entre mis dedos, no se contiene y saca una enorme carcajada chillona que se pueden escuchar a varias calles. Tan fuerte y ruidosa, pero a la vez tierna y simpática. Que dura todo el trayecto hasta nuestro destino. Incluso se puede decir que saco alguna lagrima.

—No era necesaria tanta risa.

—Perdón, pero es que no pude evitarlo —Se ventila la cara con su mano.

Pensamientos de un escritor enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora