LA SILLA DE PLATA: EPILOGO

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- Entonces estaba pensando que podía usar algo celeste y no azul, pero Hailey, como la animal que es, me golpeo en la espalda y me dijo que no –

Los chicos habían estado 1 año en América pues un mes después de su última aventura en Narnia los Pevensie (Edmund, Peter y Lucy) debían irse dado que ya era posible cruzar el océano sin muchos problemas, y al ser las Montclair sus prometidas, optaron por irse con ellos, con el claro consentimiento de los padres de Hailey

La pelirroja y Peter se casaron en América, los preparativos ya estaban casi terminados cuando se fueron por lo que al llegar allá solo se hicieron lo últimos arreglos, por otro lado, las Pevensie y la señora Pevensie comenzaron a organizar todo para la boda de Edmund y Anya, quienes habían progresado aún más en su relación

Habían vuelto hacía apenas 2 meses y en tres días sería la tan ansiada boda del amor más puro que alguna vez se vio en Narnia, tal como Hailey que pidió a su prima ser su dama de honor, la morena había pedido el mismo favor a la pelirroja pues bien sabía que las Pevensie debían estar sentadas junto a sus padres

- Anya... Haz visitado todas las tiendas posibles de novia en busca de algo azul, tanto aquí como en América y sigues sin decidirte – Edmund suspiro y tomo a la chica por la cintura acercándola a él, mirándole fijamente – Sé que nada se comparará nunca a lo que usaste alguna vez en Narnia, pero la boda es en tres días y según esa tradición es azul –

- Lo sé, Ed... Realmente extraño Narnia, todo era tan mágico y real, pero estoy feliz de estar aquí contigo –

- Te amo, Anya –

- Te encanta cambiar de tema, Pevensie – Dijo sonrojada la morena, logrando que su prometido soltara una risa

- No es eso, es solo que una tradición no cambiará lo que siento, cada vez que sonríes algo dentro de mi sabe que nos necesitamos mutuamente, así que puedes usar rojo, negro o azul... No espera ese... Bueno también, el punto es que uses lo que uses, te amare de igual manera –

Anya no sabía que decir, Edmund tenía razón, lo único que verdaderamente importaba era que en 3 días dirían sus votos y se convertirían en Marido y Mujer nuevamente, esta vez frente a todo el mundo; fue entonces que la sonrisa de la chica desapareció de su rostro y alejándose del pecoso dio un paso al frente

- Anya... -

- ¡Caspian! – Grito la chica ignorado al chico que se convertiría en su esposo y comenzando a caminar rápidamente hacia una gran multitud, Edmund le siguió inmediatamente a pesar de no saber que estaba pasando - ¡Caspian! –

Anya conocía a la perfección aquel cabello azabache algo largo, se trataba de Caspian y aunque sabía que era prácticamente imposible que el telmarino se encontrara en Londres, estaba segura de que era él, sus ojos no la engañaba y su corazón también se lo decía

Por un breve momento le perdió de vista y sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, entonces doblando enfoco la esquina aquellos cabellos, por lo que volvió a casi correr esquivando gente, buscando llegar rápidamente, podía escuchar los gritos de Edmund llamándole pero no podía detenerse, le perdería de vista

Y ahí estaba, cruzando la calle frente a la estación de trenes que había sido testigo de muchas cosas, el hombre se giró y frente a ella, a unos cuantos metros se encontraba Caspian X, El Navegante... La morena sonrió abiertamente, y cuando vio que no había ningún carro que pudiera hacerle daño cruzo corrieron pero cuando llego, él ya no estaba

- Anya, ¿Qué sucedió? No vuelvas a hacerme eso – Dijo el pecoso tomando a su esposa por los hombros y viéndole para ver que estuviera bien, la chica se giró por completo a verle y en eso su pie choco con algo en el piso, por lo que bajo la cabeza

Narnia - La Última BatallaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora