Capítulo 10

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Cuando Ji Yong subía por la rampla escuchó un alboroto en el barco, corrió lo poco de camino que le quedaba hasta la cubierta, cuando llegó se quedó estático, su corazón comenzó a latir como loco y se mareo ante la visión inesperada, apenas puso ambos pies en las tablas del barco sus ojos se encontraron con otros más profundos y grandes, aquellos ojos lo miraban desde un rostro sonriente, era una sonrisa arrogante como no las había visto hace tiempo en él.

— ¿Adónde crees que vas Ji Yong? — Seung Hyun tenía puesto su sombrero negro de capitán y estaba apoyado en uno de los pilares de las velas con su espada en la mano.

— Seun... — Ji balbuceo en respuesta completamente atónito.

El menor no sabía que decir, su corazón no paraba de golpearle el pecho y su cabeza estaba hecha un lió, sin entender que pasaba miró alrededor, sus hermanas lo miraban confusas desde un rincón, los siete hombres coreanos estaban prisioneros de las espadas de los cinco hermanos de la mansión, también por las de Young Bae y SeungRi, este último tenía una enorme sonrisa juguetona en su rostro. Ji vio también al capitán del barco con la pistola de Daesung amenazándole la sien. Otros trabajadores de la mansión y tripulación del Bigbang tenían inmóviles al resto de los marinos.

— Te hice una pregunta princesa — dijo Seung Hyun dando un paso adelante, hace mucho que no lo llamaba así y eso causo que Ji saliera de su estupor y lo mirara con fingido enojo.

— Me voy a mi casa.

— Esta es tu casa — dio nuevos pasos en dirección a Ji, este quiso dar un paso atrás, pero no lo hizo consciente que a su espalda solo estaba la rampa por la que acababa de subir y no quería caerse al mar.

— Mi casa está en Corea — respondió tratando de mantener la compostura, hacía un gran esfuerzo para que su voz saliera natural, pero en realidad quería llorar, reír y gritar, todo a la vez.

Seung Hyun ya estaban frente a Ji Yong, este no se esperaba lo que pasó a continuación, el mayor lo hizo tan rápido que no se dio cuenta cuando ya estaba prisionero, Seung lo atrapo de la cintura con el brazo en el que no tenía la espada, de un solo empujón fuerte y duro lo atrajo pegandolo a su cuerpo, Ji inclinó la columna hacia atrás y puso ambas manos en el pecho ajeno intentado soltarse, no pudo sostener su mirada enojada, ahora tenía angustia en sus ojos.

— No... — dijo en tono muy bajo, casi un susurro, el rostro del corsario estaba muy cerca y se acercaba cada vez más, el menor miraba sus labios, ya sabía lo que planeaba hacer y quería que lo hiciera, pero estaba avergonzado, no era como la primera vez en el callejón, ahora todo el mundo estaba mirando incluso sus hermanas — no... Seung... no... — dijo en un balbuceo casi imperceptible.

Ji Yong ya no pudo hacer nada, sus labios fueron atacados con rabia por el mayor, este sin permiso y sin nada de delicadeza introdujo su lengua por entre sus labios, ambas lenguas se tocaron, ese fue el momento en que Ji perdió la cabeza, se relajó dentro del agarre y movió sus labios al ritmo del beso, inclinó su columna hasta que esta se enderezo, arrastró una de sus manos por el pecho del mayor hasta rodear su cuello con la palma. Seung Hyun estaba igual de abstraído saboreando la saliva deliciosa del más pequeño, dejó caer la espada al suelo y llevó su ahora libre mano a la espalda de Ji para apretarlo más fuerte temeroso de que esos labios divinos se le escaparan.

Cuando Ji se dio cuenta de lo que estaba haciendo abrió los ojos de golpe y se separó del beso, otra vez puso las manos en el pecho de Seung e intentó apartarlo pero estaba muy bien sujeto.

— ¡Déjame! — grito Ji forcejeando en vano, su expresión enojada había regresado.

— Jamás te soltare... te amo Ji Yong... — el aludido dejó de forcejear y miró al otro a la cara atónito — te amo y eso te hace mío, no dejare que te alejes ni un metro de mi ¿me oíste bien?

Betta TurquoiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora