"Tu y yo contra el mundo"

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Abrazo fuerte mi almohada mientras lloro en ella

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Abrazo fuerte mi almohada mientras lloro en ella.

Cada día le doy gracias a Dios por mi princesa y le pido que nazca sana y fuerte. Desde el momento que supe de su existencia se ha convertido en mi razón de ser y por eso también me duele saber que no va a conocer a su padre, eso me duele mucho, pero yo seré suficiente para ella. Sé que por otro lado la madre de Oliver nunca aceptaría a mi hija, solo piensa en si misma y debe estar orgullosa de que Oliver esté lejos de mi. De saber que espero una hija de su hijo alegaría cualquier cosa para que piense que no es de él y mi hija ni yo pasaremos por eso.

—Tu y yo contra el mundo —le digo a mi abultada barriga.

En estos meses no he podido hacer mucho, más que fundirme en mi trabajo de secretaria y dedicarme a preparar todo para la llegada de mi princesa.

Mi amiga Danielle es el único motivo de distracción que tengo. Sus locuras y humos son medicina para cualquier alma rota, pero poco antes de Oliver irse se había ido una temporada a Alemania. Aun así desde que Le conté todo lo que pasó no ha dejado de estar pendiente de mí y mucho más después de saber de mi embarazo. Es a la única persona que le confio cada una de mis cosas, a parte de mi madre, y aunque cuando le conté todo quería explotar e ir y buscar a Oliver donde sea que esté para decirle que tendrá una hija, le pedí que respetara mi decisión de no decirle nada y aceptó.

A Danielle la conocí después de que mi madre y yo nos mudáramos a esta ciudad, justo después de conocer a Oliver. Y ahí es justamente cuando viene a mi mente ese momento a pesar de que no debería recordarlo.




*****

¡Wow!

Camino por el parque con mi querido amigo Sol.

Mi perro.

Sol fue el último regalo de mi padre antes de morir, yo tenía 10 años y quería un perro. Desde que llegó a mi, lo amé con sólo mirarlo y el me amó a mí.

Siete años después sol sigue conmigo.
No tengo amigos aquí, pues estoy reciente en la ciudad y mi madre me dijo que viniera al parque con sol, que tal vez podría encontrar unos... ¿amigos nuevos?

—¡Sol, no corras tan lejos! —le grito.

Es tan inquieto.

Viene hacia mí y bajo un poco para jugar con su pelota. Luego agarro su correa.

—Ya vamos a casa, querido amigo, llevamos suficiente tiempo aquí —Pero el muy malvado con un tirón se me escapa.

Mi Pequeña ValentinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora