~"Altar of his carnal pleasure"~

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Casey apenas tuvo la oportunidad de lamer el camino de regreso a su longitud cuando él la levantó y la puso sobre la mesa delante de él. Separando sus muslos, le subió la falda y hundió la boca en su coño.

Ella se echó hacia atrás sobre sus manos y dejó caer la cabeza mientras se vanagloriaba en el regazo húmedo de su implacable lengua a lo largo de su carne recalentada. Con un ligero cosquilleo de la barba que le había crecido desde la mañana arañaba sus tiernos pliegues. A ella le encantaba. Le encantaba la sensación de tenerlo lamiendo, mordiendo y empujando. Sus dientes atraparon su clítoris, ella reprimió un chillido que podría echarlos fuera. Temblaba mientras él chupaba duro en su centro.

Tres dedos entraron es su canal, y ella se derrumbó. Su espalda se estrelló sobre la mesa mientras presionaba sus manos sobre su boca para reprimir sus gritos de placer. Una avalancha se precipitó sobre su boca y él se mantuvo en ella hasta que otra ola de éxtasis amenazó con separarle de ella con su intensidad. Ella se retorcía con un silvestre salvajismo sobre la mesa de la sala de conferencias.

Altar de su placer carnal.

Ella temblaba como las bifurcaciones de un débil rayo, seguido de un cosquilleo a través de ella mientras bajaba de la cima de la liberación que él le había dado. Él dio un paso entre sus muslos y tiro de ella para ponerla en posición vertical, besándola con tal ternura, con la intensidad de un necesitado, que ella pensó que llegaría otra vez. Su propio fuerte sabor hizo explosión en su lengua llena de la felicidad que él acababa de darle. Hambrienta, ella lo saboreó hasta que se separaron, jadeando.

- Si no nos detenemos, voy a follarte – rechinó.

- No me importa.

- Sólo tengo la sala durante cuarenta minutos más. No es suficiente tiempo. Y no está suficientemente insonorizada para amortiguar los gritos que obtendría de ti.

Ella se mordió el labio.

- Oh Dios, no hagas eso – se quejó él – Apenas mantengo el control así.

Ella se lamió los labios en su lugar y él gimió.

- Te he traído una de esas hamburguesas vegetarianas que te gustan – Dijo. Obviamente desesperado por mantener el control, se empujó dentro de los pantalones y luego se volvió hacia la comida. Ella se tomó un momento más para recuperarse, antes de enderezar su ropa y bajarse de la mesa.

- ¿Y una Coca-Cola? – Preguntó débilmente. – No sirve de nada ser saludable sin estar siendo totalmente insalubre.

- Por supuesto. Sé cómo eres – Empujó una pajita en uno de las tazas y a continuación, sacó un emparedado envuelto en papel de aluminio de la bolsa. Casey se sentó en una de las sillas.

-¿Tenemos trabajo real que hacer mientras estamos aquí?
Él negó con la cabeza

– No, y no me siento mal por ello tampoco. Tengo una reunión tarde con Kingman esta noche.

Ella frunció el ceño. Kingman era su jefe. Las reuniones con él siempre estresaban a Justin. El hombre justamente no tenía ni idea y de lo frustrado como el infierno que Justin estaba.

– ¿Quieres venir a mi apartamento después?

- Sí. Creo que me va a enviar fuera de la ciudad por la cuenta Baker.

- Australia... - murmuró. Eso significaba un viaje largo. La última vez que había enviado a Justin fuera, había estado ausente casi dos meses. Ella apretó los labios y jugó con la pajita para ocultar sus emociones. Esta cosa entre ellos era tan nueva, no quería que él se fuese volando al otro lado del mundo.
Justin le cogió la barbilla y la giró para que lo mirase.

Punished-jb(+18) AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora