Capitulo 9 - El trato

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-Ya habían pasado dos horas desde que Emma habría salido del instituto así que la dije que se viniera a pasar la tarde a la mansión, que quería verla, toda una excusa para contarla todo lo que había pasado después de que ella se fuese. Antonio fue a buscarla y tras media hora de espera la tenía abriendo la puerta de mi habitación mientras discutía con Gustavo porque no había llamado a la puerta antes de entrar.

-Tranquilo Gustavo ella es como mi hermana así que no hay problema.

-Ves te lo he dicho, vuestro mayordomo es muy persistente. -Emma ya estaba furiosa, ella y su irascibilidad.

-Señorita con su permiso me retiro. –Él cerró la puerta y nos dejó solas a las dos.

-Bueno pues para que me has hecho venir a la mansión Adams.

-Es posible que esto te vaya a encantar.

- ¿Me has comprado un portátil? –Definitivamente era idiota.

-No. –Le dije de la forma más cortante que pude. – Ayer cuando tú te fuiste Luciel parecía bastante confuso y asustado, que por otra parte solo se te ocurre a ti soltarle de esa manera que me autolesiono.

-Por ahí no pasó, él ya lo sabía, fue ese idiota el que si estaba segura de dejarte ir al baño sola. –Estaba sorprendida, pero en este instante tenía algo que contarle a Emma así que lo deje pasar.

-Bueno no nos desviemos.

-Pero si has sido tú la que ha cambiado de tema.

-Emma no empecemos por favor necesítelo contarte esto, luego discutimos. –Emma rodo los ojos y afirmo para indicarme que continuara.

-A ver pues eso que cuando te fuiste después de decirle eso, él estaba asustado así que se quería ir de la habitación.

-Pero le paraste los pies, esa es mi amiga.

-No, Emma céntrate por Dios, mientras que él se dirigía hacia la puerta yo.

-Tía no has pensado en escribir nunca un libro es que cuentas las cosas de una manera.

-Ya está, Emma que ayer me acosté con Luciel.

- ¿Qué dices loca? No me vaciles.

-No te estoy vacilando.

- ¿Y qué tal? ¿La tiene grande? ¿Besa bien? ¿Es bueno en la cama?

-No me satures, y en orden bien, mucho, es genial, y grrr.

-Puff, creo que me está dando un infarto de la felicidad.

-Tampoco es para tanto, ¿o sí?

-Tía que te has acostado con uno de los jefes de una organización criminal, y no tenías suficiente con eso, sino que encima era tu primera vez, lo tuyo es de película enserio. Por cierto, donde esta ese mamón, tu cuerpo solo es mío. –Sigo sin saber cómo este ser puede ser mi mejor amiga.

-Tú déjate de amenazas y vamos a comer algo que le he dicho a Gustavo que si nos podía hacer nuestros dulces favoritos.

-Entonces...

-Sí, en la cocina hay torrijas para ti y miguelitos para mí y, ¿sabes lo mejor?

-Que me los puedo llevar a casa. –Maldita gorda.

-Eso también pero que me tienes que ayudar a bajar la escalera porque me duele mucho la cadera.

-Bueno es un esfuerzo justificado, pero no puedes ni arrastrarte, porque no creo que los brazos te duelan.

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