Estaba tan disgustada que no me di cuenta de que tenía delante una caja de embalaje y tropecé acabando en el suelo. Pensé en Ana, en lo mucho que la quería, y en lo mucho que la echaría de menos. En Mallorca no encontraría a nadie que pudiese sustituirla. Nuestras madres ya se conocían cuando las dos ya estaban encintas de nosotras. Siempre sería mi mejor amiga. Como iba a digerir la noticia de que me marchaba dentro de tan poco?? Para ella sería tan difícil como para mi.
Me encerré en mi cuarto, aunque puse todos mis libros (que pocos precisamente no eran) en cajas, y empecé a guardar la ropa de invierno. Cuando me cansé, me tumbé encima de la cama observando el techo. Dentro de poco, ya no estaría mirando este techo, no lo volvería a ver nunca más. Aunque pueda resultar un tanto insignificante, era lo único que observaba con los cascos puestos en las noches que, por alguna razón u otra, estaba desvelada y mi cerebro no quería conciliar el sueño.
Ana lo tenía que saber. Así que alcancé el móvil, que reposaba sobre mi cómoda y la llamé. Con un nudo en la garganta, le expliqué los acontecimientos poco a poco, como si esperase despertar de un sueño. Pero la línea entre los sueños y la realidad en este momento era demasiado delgada, así que acabé explicándoselo del tirón. Cuando terminé, no se oía nada al otro lado de la línea, solo un silencio sepulcral. Juraría que alguna lágrima se le estaría deslizando por la mejilla, porque no era la primera vez que las dos pasábamos por una situación parecida. Antes de ser dos, éramos tres. Se llamaba Candela. También era amiga nuestra desde pequeña, pero un par de años después que Ana y yo fuésemos amigas (porque cuando no teníamos memoria..). Nos lo pasábamos genial juntas, disfrutábamos de una infancia genial, pero cuando la adolescencia se apoderó de nuestras vidas, la cosa fue cambiando. No nos tocó en la misma clase, no coincidíamos en los entrenamientos de natación, un deporte que practicábamos ambas, solo íbamos charlando algunas veces de camino a casa, ya que vivíamos muy cerca de la otra. En los patios la mayoría los pasábamos juntas con Ana, pero los otros nos los pasábamos estudiando, y parecía no tener mucha intención de disminuir los patios estudiando a pesar de no tener a veces nada de materia. Y un día de verano, Ana y yo, cada una en su casa, descubrimos una carta escrita sin duda por Candela (a juzgar por su inigualable caligrafía) acompañada de una bonita Margarita, una flor que nos encantaba a las tres. En ella nos relataba lo mucho que sentía haberse distanciado de nosotras, pero que sabía que a su padre le trasladarían y que nos volveríamos a ver. Intentó irse separando de nosotras, para que le doliese menos al marcharse, pero le resultó imposible. Así que, estuvo con nosotras todo lo que pudo, y el último día que la vimos estaba con los ojos brillantes, después entendimos por qué. Tras no saber cómo disculparse por según decía ella, haber obrado mal al no relatarnos lo que pasaba, nos dejó una carta con nuestra flor favorita, rogándonos perdón en ella. Así que guardé la flor, pero como todas, se acabó marchitando, como mi amistad con Candela, y ya nunca volvimos a saber de ella.
-Yo... no puede ser- dijo Ana con la voz apagada. -Si, si que lo es- murmuré tratando de contener las lágrimas.
-Te tengo que ver- dijo con la voz más viva -Mañana te vienes a dormir a mi casa obligatorio: hay que celebrar nuestra última fiesta de pijamas. Además, todavía me tienes que contar que pasó con el Adrián o el Álvaro ese con el que saliste- me dijo tratando de recuperar la felicidad en el tono de voz.
-Bueno, si tú lo dices...
-Pues claro que lo digo!!! Y que no se hable más!! Te quiero lista a las once y media delante del Seb's, que te paso a recoger, me has oído??
-Sí mi coronel!! -exclamé divertida.
-Perfecto, pues entonces, hasta mañana -se despidió. Acto seguido de despedirme, colgué. Sabía que, a pesar de intentar hacérmelo creer, Ana no estaba bien. Lo tenía que terminar de digerir sola durante esta noche, así que ya que tenía abierto el depósito de lágrimas, encendí la televisión dispuesta a ver alguna comedia, y me encontré un maratón de Harry Potter. Estaban saliendo los créditos del final del Principe Mestizo, y después venían las dos partes de las reliquias de la muerte, así que, por qué no?
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«Tengo Un Secreto »
Romance~ Lucía es una chica de 17 años que vive en Madrid y suele veranear por Cádiz. A finales de verano, conoce al chico que le pondrá patas arriba lo que le queda de verano : Álvaro. Enseguida se hacen amigos y empezarán a saltar chispas entre los dos...