Capítulo 7

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La verdad es que los siguientes días me encontré con Álvaro un par de veces por la playa, en los chiringuitos donde vendían helados, y hasta me había parecido verlo de lejos en algún restaurante cercano a mi casa con mi madre y mis hermanos, pero en especial, no le había hecho mucho caso. No sabía porqué, pero agradecía que la dependienta hubiese interrumpido el momento en el que nos encontrábamos tan cerca, porque si no, vete tu a saber que habría pasado, y no hubiese sido correcto. Era imposible que me gustase una persona que conocía hace tan solo unas semanas, porque no creo mucho en los amores a primera vista. Es más, a veces la gente lo ha tenido delante de su nariz por lo menos 4 meses (como poco) o más y no se dieron cuenta. Así que cuando llegó el momento de que me marchase a Madrid y él a Mallorca, la despedida fue un poco extraña:
-Bueno, parece que ha llegado la hora.
-Sí, ambos partimos mañana.
-Te echaré un poco de menos.
-Solo un poco?
-Si, solo un poco -le sonreí timidamente. Y al contrario de la noche de nuestra 'cita' (por llamarla de algún modo) él me atrajo hacia sus brazos. Fue incluso más corto que el anterior, pero más intenso. Los ojos de Álvaro expresaban dolor, pero estaba segura de que no era solo por nuestra despedida, ya que probablemente le caía bien, pero no creía que se hubiese encariñado tanto conmigo. No me había hablado mucho de su vida. Pero, no lo vería hasta el próximo verano, así que sopesé que no era el momento de hacer preguntas. Cuando se fue, subí a por el equipaje y fue entonces cuando note que algo como un papelito se movía al son de mi pierna dentro de mi bolsillo trasero del short. Hurgué dentro y mi mano salió acompañada de una notita, y esta contenía un número de teléfono con una carita sonriente al lado. No pude evitar esbozar una sonrisa, me guardé el papelito y proseguí con lo que iba hacer. Revisamos la casa, cogimos lo que nos faltaba, cerramos la puerta, bajamos el equipaje, lo cargamos al coche y salimos rumbo a Madrid. Unas horas y bastantes canciones después, me encontraba en mi piso de Madrid. Pero estaba extraño, estaba... desnudo, por decirlo de algún modo. Avancé hasta el salón, donde se encontraban mis padres y mis hermanos reunidos. Supuse que era el momento de conocer por lo menos parte de la mega sorpresa de mi padre, con la que tanto nos había dado la lata las últimas semanas. Nos miró a todos con ilusión y chilló:
-Nos mudamos, me trasladan!!!!!!
Todos nos quedamos con una cara de sorprendidos a más no poder, y a mis hermanos se les escaparon algunas lagrimillas al darse cuenta de que tendrían que separarse de sus amigos del colegio. Desesperada por tener que abandonar mi ciudad, le espeté a mi padre: -Pues vaya sorpresa que nos das, si hasta los enanos se han puesto a llorar. Por lo menos, nos vas a decir a donde nos vas a llevar o vas a esperar para que sea más impactante? Porque ya creo que todo lo que tenía que impactar lo ha hecho.
-A Mallorca -me contestó con un hilo de voz. Y se me cayó el alma a los pies.

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