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La de ojos verdes observa a los despavoridos chicos con una pequeña sonrisilla, su hermana había desaparecido junto con Jedrek dejando a las jovencitas con bastantes opciones para elegir.

-No estabas en la cena, ¿qué te pasó?-

Serafina le sonríe amable a su hermana que sólo le responde con una mueca de disgusto por el parecido entre su madre y la castaña.

-Tenía cosas que hacer...nada muy importante para ti-

Subaru observa como las orbes grises de la mayor comienzan a mostrar algo de molestia, lo hacían sentir incómodo, tenía el presentimiento que esto sólo eran indicios de lo que en realidad sucedería cuando la "guerra" entre ellos comenzara, la cual sería catastrófica.

-Creo que nosotros estamos estorbando aquí...¿Nos podemos ir?-

Tragándose todo el orgullo el pelirojo pregunta lo más suavemente que puede, él fue «ore-sama», jamás mostró respeto por alguien.

-No-

La pelinegra que los recibió vuelve con las manos llenas de collares de perro, la sonrisa sádica es la clara advertencia que esos collares no eran para algún canino, se acerca a sus pares haciendo sonar los tacones.

-Y bien, ¿con quién se quedan?, es decir, dudo que Jedrek quiera a un chico como esclavo-

Las sombras se veían más terroríficas que nunca a pesar que fuese sólo el gigantesco limonero, un frío siroco entra por una pequeña ventana de forma circular cerca de una estantería, el destino de los chicos dependía de esta decisión, todas eran distintas con fetiches particulares, no había muchas formas para compararlas, cosa que inquieta a los vampiros.

-Yo primero-

Serafina lanza una mirada a la rubia y pelinegra pidiendo autorización, la mayor asiente levemente mientras que la ojiverde solo alza su dedo pulgar en señal de aceptación.

-Quiero a el pelirojo y a Toyota-

La impecable sonrisa de la chica molesta a Subaru, no le estaba gustando para nada la dirección que estaban tomando las cosas, su nombre era el frecuente objetivo de burlas y bromas, desde la aparición de esa maldita marca lo solían hostigar hasta puntos extremos y a pesar de que no lo demostrara eso le afectaba bastante, es decir, ya tenía la autoestima por el piso gracias a sus hermanos y madrastras, esto fue una puñalada horrible a lo que quedaba. Ambos echan una mirada de tristeza y resignación a sus hermanos antes de avanzar a el lado de la chica, quien saca dos collares de las manos de su hermana y tira a los chicos al piso con un golpe seco en las rodillas para luego alzar sus rostros tirando del cuello de sus camisas.

-¡¿Pero qué demonios te pasa?!-

El ojiverde con el rostro rojo de ira no pudo contener su molestia mientras su hermano menor cansado de "más guerra" no quiso decir nada, pero estaba dispuesto a defender lo que el consideraba justo cuando recuperara algo de fuerza.

-Soy tu dueña cariño, yo voy a hacer lo que quiera contigo tanto física como psicológicamente, no esperes una gota de compasión de mi parte si no obedeces cada una de mis palabras...ahora te quedas calladito mientras ajusto tu collar, sólo mira a tu hermano que ya asumió su posición-

El de ojos carmesí alza su rostro ligeramente soltando un ligero gruñidillo que no molesta a la de ojos gris, a diferencia de los de su hermana estos son más claros, como la neblina en los días lluviosos. Serafina escoge un collar negro y otro plateado, el negro lo coloca bruscamente en el cuello de Ayato quien le enseña los colmillos claramente molesto, Laito observa a su trillizo, no creía lo idiota que estaba siendo, era claro que ellas no les demostrarían ningún tipo de piedad, es más, parecía que estaban tramando como quemarlos a fuego bajo y meter sus ojos en frascos; el caso de Subaru fue distinto, ella con más delicadeza le coloca suavemente un collar con terciopelo en la parte interior para que el chico no se dañara tanto, su actitud tranquila le cayó en gracia por lo tanto ella lo quería que fuese un juguete algo más duradero que el terco pelirojo.

-Síganme-

Con un paso tranquilo ella los guía entre pasillos, escaleras y estantes, ambos chicos hundidos en sus tristes recuerdos no tratan de memorizar los complejos pasadizos, llegan a un cuarto cercano a un pequeño patio interior lleno de hortensias, al entrar encuentran dos camas literas, el piso de alguna madera era diferente a los fríos pisos de mármol del resto de la casa, un baño bastante simple, una televisión y un sofá suficientemente grande para los dos, era una pieza increíblemente acogedora.

-Este es su cuarto, cuando los necesite mandaré a alguien a buscarlos... no piensen que por esta pequeña comodidad serán tratados bien, mañana comienzan con sus servicios...que duerman bien-

Por otro lado Nix tomo "las riendas" del asunto sin decir palabra alguna, sólo agarró a Kanato de la muñeca dejándolo muy sorprendido cuando le amarró una delgada cadena al cuello, el sólo atinaba a gimotear y apretar más a Teddy, ni siquiera Cordelia había sido así con él, la mayor complacida por los gimoteos del muchacho deja de apretar la cadena.

-Tú también, Reiji-

El segundo se acerca lentamente, definitivamente su condena estaba recién empezando, él sabía que la chica sólo los estaba marcando de una forma muy inusual y retrógrada, la de cabellos oscuros cuando lo tuvo suficientemente cerca le coloca un collar de ahorque sin ninguna delicadeza, coloca correas en los collares y sin decir nada comienza a avanzar tirando de los denigrados jóvenes quienes desaparecen junto con ella por la puerta principal de el estudio.

-Bueno creo que me dejaron con ustedes, no le presté atención a la bastarda...¿Cuáles son sus nombres?-

Los chicos claramente sorprendidos de la curiosa actitud de la rubia para nada sádica hasta el momento se tardan unos segundos en responder, tiempo que ella ocupa para sentarse sobre el escritorio y quebrar la nueva taza de su hermana.

-Shuu-

-Laito-

Ambos se presentan tímidamente ante la ojiverde que no mostraba mucho agrado al revisar una foto que mostraba a una mujer joven con ojos verdes, pelo castaño y facciones similares a las de Serafina, su madre, la pesadilla de Rania, jamás mostró cariño por ella y su hermano, siempre pendiente de su brillante Nix o la hermosa Serafina, dejó que los mellizos fueran "criados por los lobos", cosa que agradece en parte la fémina, libres, salvajes e indómitos, así eran ella y Jedrek; a diferencia de las primeras que no toleraban la tierra, el frío o los animales, armaban escándalo si se les rompía una uña o simplemente no conseguían lo que querían.

-Los voy a llevar a mi taller, van a empezar sus servicios inmediatamente, estoy preparando los exámenes finales de mi primer año de universidad y necesito que alguien limpie mi lugar de trabajo...vamos, muévanse, ¿o esperan que les ponga un collar?-

La media sonrisa de la chica les dice que no era tarea fácil limpiar el taller, pero agradecen el hecho de no tener que usar collar como sus hermanos, ella comienza a caminar rápida y sigilosamente con ellos pisándole los talones, bajan rápidamente por las escaleras principales llegando a una especie de puerta de cristal, tras esta un hermoso jardín se extendía, hortensias de todos colores y hermosas plantas adornaban el lugar, ella por su parte miraba de reojo a los chicos, no tenía intenciones de torturarlos con máquinas, en realidad prefería quemarlos en uno de los hornos que utilizaba en su taller, pero sólo si hacían algo demasiado malo, eso no significaba que no los fuera a morder o hacerlos trabajar.

-Gracias, por no ponernos collar-

El rubio agradece en voz baja mientras el de ojos felinos observa como la joven se detiene y voltea dejándolo sin la bella vista de su trasero, ella sólo les dedica una pequeña sonrisa y los invita a pasar a un enorme invernadero.

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