Capitulo 1.

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Abrí los ojos con una pereza mayor de lo normal. Un insistente sonido estaba comenzando a ponerme de mal humor y necesitaba saber de donde provenía.

Comencé a tantear con la mano cada parte de la cama hasta que di con mi celular, el cuál sonaba sin cesar gracias a una llamada.

" Matt A' "

Descolgué la llamada y sin terminar de colocar el celular en mi oído contesté. — No molestes. — Colgué sin esperar respuesta alguna y recosté la cabeza de nuevo en la almohada.

Un montón de pequeños timbres llegaron a mi celular uno tras uno sin parar.

Matt A': ¡¿Dónde estás?! Ya se te hizo tarde.

Más de veinte mensajes me habían llegado con el mismo escrito. Lo iba a matar, en serio.

Yo: Déjame dormir.

Respondió casi al segundo.

Noah B': Mira la hora, estúpido energúmeno.

Miré la parte superior de la pantalla y me senté en la cama. — ¡Mierda! — Corrí al baño a tomar la ducha más rápida de la historia.

Coloqué una toalla al rededor de mi cintura mientras las gotas resbalaban por mi cuerpo terminando de despertarme. — ¡¿Por qué no sonó la alarma?! — Tomé el celular mientras cepillaba mis dientes y noté que había sonado quince veces la alarma, lo que había hecho que mi celular se descargara casi por completo.

Le coloqué el enchufe y me vestí con lo primero que encontré en el armario.

Miré el reloj en mi muñeca y luego el celular. — No tengo tiempo para esto. — Salí de la habitación y solo tomé la mochila, las llaves y el casco.

Abrí la puerta de el departamento intentando recordar que tenía a primera hora y calcular si podría comprar algo para desayunar.

— ¿James, eres tú? — Volteé los ojos frustrado. Ahora jamás llegaría a tiempo.

Me di la vuelta con una sonrisa fingida. — Buenos días señora, nos vemos en la tarde estoy retras...

Me interrumpió como solía hacerlo todos los días. Esta señora había sido mi vecina desde que me mudé, y jamás me había dejado terminar una frase. — ¡Mira que grande estás chico! Y guapo, además. — Guiñó el ojo o algo parecido con sus arrugados ojos. — ¿A dónde vas tan apurado? De seguro es una chica.

Comencé a mover insistente los dedos que sostenía en casco. — No, es que se me hace tarde para ir a la univer...

— Yo recuerdo cuando solían los chicos hacer fila para verme y pedir mi mano. Vaya, que tiempos aquellos. No había eso del interne o gugul, como sea que lo llamen. Se escribían las cartas a manos y las personas hablaban de frente, no a través de una pantalla... ¿James?

Ya iba por el piso de abajo cuando ella notó que no estaba. Si seguía ahí jamás me iría, esa señora es la perdición.

Evité a toda costa encontrarme con más vecinos impertinentes, y decidí ir directo a la universidad, ya desayunaría allí.

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