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—¡Wildmass!—Gritó el dirigente de la guardia real.

—¿Qué quieres, Zigor?—Le respondió de mala gana la chica, lanzándole una mirada pícara.

—¡Dirigente oficial Zigor para tí!—Replicó bruscamente.

—Sí, sí..—Se dijo con fastidio a sí misma.

—Deme cien lagartijas.—Ordenó firmemente.

—Pan comido.—La alta chica aseguró y puso en práctica lo ordenado

Después de algunos minutos, Athenea ya había terminado de realizar dichos ejercicios.

—Como siempre, supera mis expectativas—aclaró el dirigente—¡pero no la quiero ver más distraída!—Exclamó.

—Entendido.—Dijo con firmeza Athenea, ya más seria.

Athenea era una caballero bastante fuerte y habilidosa; su cabello era de color castaño oscuro y su longitud era particularmente corta: le daba por la mandíbula. Éste era de una textura liza, y dos flequillos diagonales muy leves nacían de el medio de su frente. Sus iris eran verdes grisáceas. Tenía las cejas pobladas, unos arcos gruesos que adornaban su rostro. El tono de su piel era algo tostada. La personalidad de la chica era ruda y brusca,  cualquier persona la confundiría con un caballero común. Sorpresivamente, su altura era totalmente diferente a la de las damas por esos tiempos, Athenea medía unos 1,80 centímetros.

—Como iba diciendo, hoy será la elección del caballero oficial del único príncipe de nuestro querido reino: Su Alteza Real Andrea De La Rosa. A cada caballero se le someterá a diferentes pruebas, y lógicamente, el caballero quien mejor las realice será electo como el caballero oficial del príncipe.—Informó el dirigente Zigor, dirigiéndose a la gran cantidad de caballeros que habían presentes.

—Athenea lo ganará de seguro.—Comentó Wyn Hails, de repente. Aunque trataba de sonar amigable, su tono de voz se oía algo forzado. ¿Por qué era esto?

—Sí, de seguro ella será la favorita, siempre lo ha sido.—Le siguió uno de sus compañeros y así se armaron cantidades de cuchicheos entre los cien caballeros que allí se encontraban.

—¡Silencio todo el mundo!—Ordenó fuertemente Zigor—. Sabemos que Wildmass, para ser una fémina, tiene abundante fuerza física y habilidades que constantemente me impresionan, pero eso no significa precisamente que ella gane hoy.—Aclaró y posteriormente pasó a repasar las actividades que serían realizadas en la dichosa elección.

Mientras que el dirigente hacía aquello, al príncipe Andrea lo arreglaban en el salón de su asistente personal para el acto que tendría lugar en el jardín principal del castillo a las tres de la tarde.

—Saben que no me gusta presenciar esas cosas tan...varoniles.—Afirmó Andrea mientras que le daban los toques finales a su atuendo.

—Su Alteza Real, recuerde que este acto es para elegir al caballero que estará encargado de su protección personal.—Informó Eider, la mujer encargada de ser su asistente principal.

Al cumplir la edad de veintiún años, como era acostumbrado, a príncipes y princesas del reino se les asignaba un caballero oficial. No obstante, el príncipe Andrea no tenía la fortuna —o la mala suerte— de tener hermanos. Todo el peso del trono caía sobre él.

—Lo sé, lo sé, pero aún así es muy desagradable. De todas maneras tendré que hacerlo.—Dijo con un humor bajo, observándose en el espejo: se veía a un joven con cabello castaño claro, más lizo que la propia ceda china. Sus ojos eran de un azul marino precioso, tenía cejas perfectas y piel blanca como porcelana. La personalidad del príncipe era delicada y detallista, cualquier persona lo confundiría con una princesa de cabello corto que no trae puesto un vestido. Su altura era impresionante: medía unos 1,85 centímetros.

Una vez que la apariencia del príncipe estaba a su gusto, procedió a bajar al patio principal del castillo.






Esta Vez Ella es el Caballero y Él es la Princesa (EN RECONSTRUCCIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora