♕VIII♕

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Wyn Hails se encontraba despierto, pensando en cómo contraatacar en contra de Athenea. ¡Se había robado el logro que más anhelaba desde que entró a la guardia real! Tan solo quería ser el caballero oficial del príncipe, o, corrijo, del ser humano al que más ha admirado en su vida. Hails desde siempre había deseado convertirse en amigo del príncipe Andrea, pero dado a su mala suerte nunca había podido intercambiar siquiera algunas palabras con este. 

La frustración era gigantesca, pero el rencor que ahora le guardaba a Athenea lo era aún más. ¿Cómo era posible que una simple mujer le hubiera arrebatado el sueño por el cual había trabajado tan duro todos estos años? Wyn no podía quedarse de brazos cruzados, era como arañar su orgullo. 

Mientras que contemplaba la pared que tenía en frente, perfectamente pintada de un color crema que aparentaba ser relajante, pensaba en cómo podía hacer para devolverle el golpe bajo a Athenea, pero no se le ocurría nada en absoluto. Su cabello negro resplandecía con el brillo de la luna, cual luz entraba por la pequeña apertura de ventana que se encontraba en ésta misma pared. Sus ojos marrones miraban a todos lados, pensando por una solución.

Él tenía más que claro que el rango y estatus que él poseía no solo dentro de la guardia real, pero entre sus conocidos y compañeros era gigantesco. Si les dictaba alguna orden, al mismo tiempo que los amenazaba de muerte...no habría duda de que lo cumplirían sin reprochar.

Desde pequeño Wyn siempre fue codicioso, caprichoso, y constantemente obtenía lo que quería y hacía que las cosas pasaran a su manera. Sus habilidades de pelea y la admiración que emanaba..no cabía duda de que Wyn Hails era un tipo con el que nadie debía meterse. 

Cada vez se sumergía más y más en su pasado, recordando aquellos días en los que cada gota de sudor que derramaba para él contaba como un segundo de habla con el príncipe. A estas alturas la rabia ya se había apoderado por completo de él.

Fue allí cuando lo decidió, un plan perfecto de cuatro fases ante sus ojos: la primera fase era mandar la misma carta con amenazas de muerte a ciertos compañeros los cuales Wyn sabía que no dudarían en obedecerle. La segunda fase era atacar a Athenea en el gran salón, matarla y secuestrar al príncipe. Con sus habilidades, o así él pensaba, sería capaz de huír con príncipe en manos. La tercera fase era más bien como un plan b, y consistía en que, si la segunda fase fallaba, él huiría del sitio, se las arreglaría con la guardia real e iría a vivir en incógnito por los suburbios del reino. La cuarta fase era conseguir al príncipe a toda costa y simplemente matarlo.

Si el príncipe no me escogió a mi, cuando di mi vida entera para ese momento..entonces aquél ser no es digno de vivir.—Pensó Wyn Hails con resentimiento.

Decidido, llevó a cabo la primera fase. Escribió un aproximado de veinte cartas y planeaba en dejarlas en el cuartel de la guardia real en camino al gran salón. Realmente no sabría qué pasaría si la persona equivocada llegase a leerlas, pero tampoco es que le importara mucho. Acabado con eso, se colocó la armadura y empuñó su espada. Se dirigiría hacia donde estaban celebrando el logro que debía ser suyo. 

Abrió la puerta del cuarto, y sin hacer mucho escándalo trató de correr para llegar hasta las escaleras. Salió de la torre de la guardia norte y divisó a plena vista el salón principal. De este provenía música, y unas luces espléndidas. ¿Acaso podrían provocar más a Hails? Su deseo de acabar con Athenea era irreversible. ¡Así es! Que una caballero hiciera añicos su sueño le costaría su vida. 

Hails estaba dispuesto a matarla. Pasara lo que pasara.

Antes de llegar al gran salón, con mucho cuidado esparció las cartas por los arbustos que se encontraban justo delante del cuartel de la guardia real sin ser visto por los guardias. Tendría que jugar con su suerte y esperar a que sus compañeros encontraran tales mensajes. Era evidente que ya perteneciendo a éste órgano, sabría la manera perfecta en cómo burlar a uno de los suyos. 

Esta Vez Ella es el Caballero y Él es la Princesa (EN RECONSTRUCCIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora