Capítulo 5: Negatividad

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No deje terminar de hablar a Sorey, y simplemente me fui. Me sentí culpable por eso, pero para mí esa fue la mejor opción, si seguía insistiendo creo que lograría convencerme de decírselo.

Y eso sería lamentable.

Regrese a la posada, donde todos estaban esperando en la puerta—. Mikleo-san ¿estás bien? — dijo Lailah posando su mano en mi mejilla.

— Sí, estoy bien. — le dije y me fui de frente a la habitación evitando cualquier pregunta de parte de los demás. Una vez dentro, sentía como mis lágrimas intentaban caer de nuevo, trate de aguantarlas pero aun así seguían cayendo—. ¿Y qué debo hacer ahora? — un susurro que me dedique a mí mismo. Me di cuenta de que los demás ya venían hacia acá al escuchar sus voces resonar por los pasillos.

No había ventanas por donde pudiera escabullirme así que use el mismo truco de antes, he hice aparecer una burbuja para luego ponerme cerca a la puerta. Al momento en que ellos entraron yo salí, pude escuchar como los demás empezaron a interrogar a Sorey con numerosas preguntas.

Salí de la posada, iba a irme a las afueras se Ladylake, pero decidí quedarme dentro de la ciudad, divagué por los caminos hasta llegar a la entrada del Acueducto de Vivia. Diversos recuerdos asaltaron mi mente; aquí fue donde me pelee con Sorey simplemente porque él no quiso convertirme en su señor subordinado, pero a Alisha no le impidió ser su escudera. Al final logré convertirme en su señor subordinado...pero aún me sigo preguntando por qué él se negó en un principio ¿quizá no confiaba en mis habilidades?

Subí un camino de escaleras para acabar en una muy pequeña plaza que daba hacia el lago. Me senté en la orilla del muro que daba hacia el hermoso lago que al estar bajo la luz de la luna y las estrellas, resplandecía lleno de divinidad. Decidí soltar todo mi dolor ahí, me permití llorar, y liberar todo lo que mi corazón deseaba dejar salir. "Sorey ama a alguien, pero ese alguien no soy yo", ese era el pensamiento que me carcomía por dentro. Que desdicha la mía, pero auto compadecerme no me lleva a ningún lado.

Sentía un gran dolor en mi pecho, jamás creí que amar implicaba sufrir, pero si es por Sorey no me arrepiento...pero...si no hubiéramos salido de Elysia... tal vez no estaría sufriendo tanto. Odio a Alisha, a Lailah y a todos, todos tienen la culpa, todos, sin exenciones ni preferencias. ¡Desearía que todos muriesen!

Las nubes ocultan las estrellas, la luna fue borrada del firmamento tras oír mi deseo. La lluvia comenzó a caer irremediablemente y todo el lago comenzó a moverse de manera extraña, se supone que es un lago, no debería de agitarse de esa manera tan violenta asimilando la oleada del mar. Desde donde estaba podía ver aquella situación que sería alarmante para todos ya que la fuerte lluvia muy pronto se transformaría en una tormenta. Mas no alcanzo a preocuparme. Si se hundiera todo Ladylake sería lo mejor que podría pasarme en todo el día.

Ni siquiera entiendo por qué pienso de esa manera, quiero que todos mueran, pero en lo más profundo de mi, se bien, que eso no es lo que quiero. Vuelvo a hundirme en mi malestar, ¿qué es lo que en verdad quiero? ¿Qué es lo que en verdad deseo? ...lo que quiero es...

— ¡Mikleo! —. Me doy la vuelta y pude verlo...Sorey está aquí y sé que estar con él es lo que más quiero. Solo quiero vivir para él...

Me desperté en la posada y tenía un fuerte dolor de cabeza. No recuerdo cómo llegué aquí, lo último que recuerdo es que Sorey estaba detrás mío y nada más. Supongo que me habré desmayado. En ese instante la puerta se abre y me deja ver a la persona que amo cruzarla. Él entra y al verme despierto corre hacia mi precipitadamente.

— ¡Mikleo ¿Estas bien?! —. Que agradable es saber que se preocupa por mí, lastimosamente eso no hace que mi dolor de cabeza desaparezca.

—Sorey, no grites, estoy bien solo me duele un poco la cabeza.

— ¡¿Pero en qué demonios pensabas?!

— ¿Eh?

—Sabía que no querrías quedarte en la posada mientras yo estuviera ahí. Así que no fui a buscarte.

—Ya, ¿y qué hay de malo con eso?

— ¡¿Qué hay de malo dices?! — . Sorey puso una expresión disgustada, sigo sin entender por qué me está reprendiendo, ni que fuera un niño—. Empezó a llover espantosamente y tú no volvías, me preocupe mucho ¿sabes?

—Yo no te pedí que lo hicieras.

— ¡Mikleo! — . Sorey me tomo por los hombros y me sacudió un poco sin aplicar mucha fuerza, no sé por qué le he dicho eso a Sorey, creo que el dolor de cabeza me está afectando. — No volviste y salí a buscarte, y...

— ¿Sorey?... —. Él dejó de verme a los ojos, esa actitud en él me preocupa mucho, significa que algo no anda bien—, ¿Y... Qué más pasó?

—Ah, sí... Te encontré completamente empapado bajo la lluvia. Eso no hace bien a nadie ¿sabes? —. Eso era una tontería, me quite las mantas de encima y me dispuse a levantarme de la cama.

—Sorey, no soy un simple humano es absurdo que... —. De pronto sentí una gran descompensación en mi cuerpo y estuve a punto de caerme, pero Sorey estuvo allí para evitarlo y regresame a la cama

— ¡Lo ves! ¡No estás bien! Déjame ver—. Posó una de sus manos en mi frente—, aún tienes fiebre.

—Oye Sorey ¿dónde están los...? —. Y como si hubiera invocado al demonio, Edna entró a la habitación, ni siquiera dije su maldito nombre y aparece —, ¿Edna?

—Así que el mocoso ya despertó. — "Insolente" masculle en mis adentros. — ¿Estas bien? — Aunque lo dijo con frialdad, es sorprendente que pregunte.

Me dedique a contestarle sarcásticamente hasta que Edna se desvió de mi y se dirigió al de mi costado—. Sorey, el agua —dijo haciendo señas para que recogiera la fuente con agua que ella traía.

— Sí, claro ,disculpa —. Y salió, yo estaba sentado en el borde de la cama y Sorey me forzó a recostarme de nuevo y ponerme una toalla húmeda en la frente y en eso me comentó—: Jamás creí que los serafines se enfermaran, de niños siempre era yo el que se enfermaba. — Es verdad, yo nunca caí enfermo, hasta ahora.

Edna intervino sin que nadie se lo pidiera—. Los serafines no se enferman.

—¿No se enferman? —preguntamos Sorey y yo al unísono algo desconcertados.

Ella negó—, somos resistentes a cualquier enfermedad humana, pero si tenemos problemas... emocionales—agregó lo último casi en un susurro antes de pausar—, con esa y otras excepciones podríamos caer enfermos.

Sorey no pudo evitar intervenir—: ¿Qué problemas emocionales? —. Y maldije internamente esa curiosidad suya, pero Edna no dijo en ese momento y cambió el tema en su lugar—. Iré por mas toallas, nos vemos abajo. Ah si, Sorey...

— Dime—. Entonces Edna corre hasta él y le susurra algo al oído, Sorey no tiene buena cara, ¿qué demonios le habrá dicho? —. De acuerdo.

— Sorey, no lo olvides, te estaremos esperando abajo. — Edna sale y cierra la puerta detrás de suyo.

— ¿Qué pasa? ¿qué van hacer?

— No es nada, no debes preocuparte, me quedaré hasta que te duermas.

Sé que están tramando algo a mis espaldas, que es tan importante que no pueden decírmelo. Vuelvo a mirar a Sorey, tiene la cabeza baja y una gran tristeza se refleja en su rostro. ¿Que podría ser tan malo que no pueda saberlo yo?

Acaso es problema... ¿soy yo?

Lo Único Que Me Importa (Sormik) [Concluida]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora