Capítulo 1

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-Vamos Harry, eres un hombre, tienes 23 años, no eres un puberto de 15 que piensa con la polla
-¡Cállate Michael! Sólo déjame pensar
-¿Pensar? ¡En que vas a pensar! Sólo tienes que ir y platicar un poco, tomarte una copa y al final de la noche y si todo fluye bien pedirle su número. - El ojiverde lo miro de soslayo, llevaban 1 hora viendo a aquel hombre al otro lado de la habitación y Harry no se animaba a ir por el.
El hombre sentado a su lado lo observaba con paciencia fingida, Michael no era reconocido exactamente por ser paciente pero ¡Demonios! Su polla se sentía tan dura en sus pantalones que no podía pararse sin que se le notará el gran bulto que amenazaban con salirse de sus pantalones.
Aún no lograba entender porque aquel hombre lo había puesto duro con sólo una palabra, ¿quien se exitaba por un simple Gracias? El, y maldición si no le había dado muchas vueltas a ese suceso ya.
Lo había visto cuando un hombre alto y rubio, acompañado de un hombre pequeño que le daba la espalda le pidió 2 martinis dobles, el teléfono del primero comenzó a sonar y salió atendiendo la llamanda, cuando se dio la vuelta para entregar las bebidas, un hombre enfundado en un traje negro y con los ojos azules más hermosos que había visto lo observaban, colocó las bebidas en la barra y se le quedó mirando, llegó el primer hombre entregandole 20 dólares tomando uno de los dos tragos y alejándose sin siquiera mirarlo, tomó el dinero e iva a guardarlo, cuando el ojiazul le murmuró un rápido y corto "Gracias" dando media vuelta y siguiendo al sujeto que esperaba en una esquina lejana de la barra.
Y desde ese momento estaba empalmado.
Michael, un sujeto pelirrojo con una incipiente barba quien trabajaba con el desde poco más de 3 años le sonrió desde el otro extremo de la barra, sabía que aquel serio ojiazul le había atraído, y desde entonces, llevaba una hora tratando de que fuera a ofrecerle un trago más.
Ser barman de uno de los mejores bares de toda Inglaterra tenia sus ventajas para este tipo de situaciones, podría simplemente ir y ofrecerle otro trago.
Sin embargo, el echo de tener su amigo muy demasiado contento se lo prohibía, no podía simplemente ir y ofrecerle un trago con una erección, aunque al parecer a Michael no parecía ser la gran cosa, no se pondría en vergüenza con tal situación.

El Dolor No OlvidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora