II

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-Maria, despierta. Vamos a comer.

     Me desperté y bajamos al jardín. Pensaba que comeríamos en una mesa, tal y como su Majestad ordenaba las veces que comíamos fuera, pero no, sería al lado de un árbol en una manta.
- Alteza, si es tan amable de sentarse junto a nosotros y comer
-Claro chicas. Vamos a comer

      Nos sentamos junto al mantel a comer queso y fruta y beber un poco de vino.
- Pero niña tonta. Como te atreves a sentarte en una manta. Eres una Reina, aunque no lo parezca
- Carmen, no me hables de esa manera. Creo que por un día puedo hacer lo que me apetezca
-Eres Reina de un país y futura del  otro. No puedes hacer lo que te apetezca, nunca. Mi hijo está al llegar, ya lo han avisado. Arreglate para recibirlo.

       Nos marchamos las cuatro a arreglarnos. Tardamos una hora en ponerme ese vestido rojo que José mando para mí, de regalo.
Era bonito, con hilos de oro que destacaban el escote y lo separaban de la falda enorme. Pesaba, pero después de llevar tantos,te acostumbras.

Bajé junto a mis doncellas al salón del trono donde se encontraba la Reina.

- Mi hijo está viendo a su padre. Bajara ahora

Estuve de pie al lado derecho de la Reina. Mis doncellas igual que en el convento, a mi lado las tres, así no sabrían quien es la verdadera Reina de Escocia.
La verdad es que nunca me dijeron el por qué, solo que era por seguridad.

- Madre, cuanto tiempo.
- Hijo mío, ven, dale un abrazo a tu madre.

En el salón entraron dos personas. Un moreno y alto que era mi futuro marido y otro de pelo castaño que se quedó atrás

- Es el bastardo del Rey, me susurró al oído una de mis doncellas.

      A mi esas palabras me producían escalofríos. Yo era una bastarda, la única diferencia que había es que yo era una Reina.
- Hijo, conoce a tu futura esposa.

José se acercó a la doncella que había a mi lado, a la rubia despampanante. Le cogió la mano y se la besó.
Me quedé mirando al castaño y mariposas recorrieron mi cuerpo.
Cuando todos estallaron en carcajadas, decidí salir de ahí.
Que humillación

- Hijo, eres tonto. Besas la mano de una doncella como si fuera una reina y la que es Reina sale de aquí sufriendo una humillación.

Escuché a la Reina discutir con su hijo antes de salir del salón.
- Majestad, me siguió el otro chico. Mi nombre es Hugo.
- Mi nombre es María.
- Para mi su nombre es Alteza o Majestad. Un bastardo ni tiene derecho a llamaros por vuestro nombre, aunque sea hijo de rey.

Las órdenes de una bastardaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora