IX

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 Me dejaron sola cuando un grupo de hombres, Hugo junto  a ellos, entraron. Jose cerró la puerta y empezó a quitarse la ropa, quedándose en camisón solo.

-Maria, ven. No los mires por favor. Olvídate de que están aquí.


            Cierto fue todo lo que Ana me comentó. Recordé que había gente delante cuando Jose se apartó. Me levantó en brazos y llamó a las doncellas. Después de haber cambiado las sábanas, me prepararon un baño caliente mientras él se vestía.

-Te vas? pregunté

-Si, yo bajo con los hombres.

-No te quedas?

-No Maria, voy a celebrar con ellos.

-A emborracharte hasta caer dormido. No entiendo por que no te puedes quedar junto a tu mujer.

-Por que no me apetece estar aquí. He hecho lo que todos me obligasteis pero no esperes que me quede aquí fingiendo un amor que no existe.

-Muy bien, solo recuerda una cosa Jose, me devolverás cada humillación, una por una.


Salió de la habitación mientras yo decidí lavarme y dormir.




               Por la mañana , en el salón todos estaban desayunando. Todos se levantaron de sus sillas cuando yo entré. Fui a la mesa donde Ana, Carmen y Jose desayunaban.

-Tu no me demuestras respecto levantandote? pregunté

-Soy tu marido.

-Yo tu Reina y tu un Principe Heredero. Hasta donde yo se, debes inclinarte delante mia en público y siempre ir por un paso detrás mio.

-No haré tal cosa Maria, soy tu marido.

-No es cuestión de matrimonio Jose. Es protocolo, respecto hacia una persona superior a ti.



             Se levantó de la silla rojo de furia, ante los ojos de todos aquellos presentes. Se sentí cuando yo ya estaba sentada, como los demás.

-Recuerda Jose, me las cobraré todas y cada una de las humillaciones.

-Dsifruta haciéndolo, por que solo obtendrás ira a cambio.

-Mi querido marido, tu no me conoces enfadada. Otra cosa, ve despidiéndote de tu amante, nos vamos en cinco minutos.


             Salí junto a Carmen y Ana. Jose no se encontraba fuera junto al carruaje.

-Maria, no humilles a mi hijo en público, todos se rien de el.


              Asentí sin hacerle mucho caso y viendo que Jose tardaba di orden de ponernos en marcha.Por lo que Hugo me contaba, ya que iba en el caballo al lado, Jose tuvo que coger el caballo y salir deprisa hacia el camino para alcanzarnos ahora en unos minutos.

Así aprenderá


Las órdenes de una bastardaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora