VIII

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Hoy, el día de la boda, estaba agotada. Arrastraba el cansancio desde ayer. Estuve todo el día de pie, probándome mil veces el vestido de novia.

-Maria, puedo hablar contigo? preguntó Carmen.

-Si claro

-Eso, no se como explicartelo pero hay una cosa que debes saber.


          Estaba muy nerviosa y por eso me di cuenta de lo que estaba intentando decirme.

-Carmen, todo me lo contó Ana ayer. No te preocupes.

Suspiró aliviada

-Me alegro, me estaba costando más de lo que pensaba. Aún así Maria, solo quiero que mi hijo y tu seaís felices y me lleneís el hogar de niños.

-Muchas gracias Carmen. Creo que todos queremos eso, así sería más fácil.



              Llegó la hora. En la capilla del castillo es donde se llevará a cabo el enlace. Iba caminando hacia la capilla junto a Hugo. Deberia llevarme el Rey pero su salud iba a peor en cada momento.

-Nerviosa?

-Más tranquila de lo que debería

-Eso es por que lo tienes asumido.

-Si, me he resignado a vivir una vida sin amor.

-Por que así lo quieres.

-Por que sería declarar nuestra muerte, por eso Hugo.


       Antes de entrar sola en la Iglesia le dije a Hugo lo enamorada que estaba de el. Caminaba poco a poco hacia mi destino dejando el corazón detrás. Llegué al lado de Jose y el Papa comenzó a hablar.


-Majestad, quiere unirse en sagrado matrimonio al principe heredero?

-Si quiero.

-Usted, Nuestro Principe, quiere unirse en sagrado matrimonio a su Majestad, la Reina de Escocia?

-Si quiero.

- En el nombre de Dios, yo os declaro marido y mujer. Lo que Dios ha unido no lo separa el hombre. Alteza, puede usted besar a su Majestad.



El beso fue corto, casi ni me roza los labios.

Salimos de la Iglesia y nos fuimos hacia el castillo donde se celebraba una comida.

-Mañana saludaremos al pueblo, cuando vayamos de camino al barco.

-Donde iremos, pregunté?

-A Escocia aunque por poco tiempo ya que mi  padre está delicado de salud-


         Comimos poco. Todos querían acercarse a saludar a la nueva pareja. Ahora llegó el momento de irnos a la habitación y consumar. Mis doncellas junto a la condesa que Ana me presentó, me acompañaron a la habitación de Jose. Me dejaron el camison puesto y me peinaron.

Las órdenes de una bastardaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora