Episodio 3. El festival de Dionisio.

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Olimpia, una zona arqueológica llena de historia y de belleza griega, situada en las inmediaciones de Élide, era el escenario perfecto para los carnavales anuales dedicados a Dionisio. Poseedor de La Palestra, el sitio que dio origen a los juegos olímpicos, atraía a miles de turistas cada año, no sólo por su valioso contenido arquitectónico, sino por la enorme cantidad de presentaciones y juegos que se llevarían a cabo. Pero Vida no se permitió amedrentar por el tumulto de personas que iban y venían por todas partes, simulando la vestimenta antigua de los griegos, e incluso paseándose con aspectos indecentes.


Porque esa era la temática principal del carnaval, el único día del año donde los humanos participantes caminaban en la ciudad como el día que nacieron si así lo deseaban. Desde pechos expuestos, hasta caballeros que tan solo llevaban un brazalete o calzado puesto, la degeneración resultaba ser la ofrenda perfecta para el dios perdido, y el vino pasaba a ser el máximo exponente a consumir durante veinticuatro preciosas horas.


—Sodoma y Gomorra se quedaron cortas comparadas con esto...—masculló el pequeño creador, observando con mucha vergüenza como incluso en la vía pública hombres y mujeres realizaban muestras de afecto demasiado invasivas, rayando en el descaro y la evidente necesidad sexual. Ajeno a eso, se organizaban actividades deportivas al aire libre, competencias de natación en el mar y juegos de ajedrez (aunque las fichas del tablero simularan falos en distintas posiciones, en lugar de las piezas comunes). El resto tenía libertad completa para hacer de su presencia un garabato, incluyendo a todos los expositores que tenían productos, comida y servicios a la venta. Desde juguetes hasta alimentos que simulaban la forma de genitales, no parecía que los participantes tuvieran una pizca de pudor en la sangre. Todo el festejo lucía completamente común para los turistas de todas partes del mundo, mientras que Vida caminaba con el rostro rojo y de algún modo, se sentía incómodo cada vez que encontraba una imagen u objeto alusivo a miembros masculinos erectos, puesto que no estaba seguro de que el propio volviera a recuperar su gloria.


Pero no pasó mucho tiempo antes de que Vida entendiera el grave error que cometió al arrastrar al dios de la demencia a una zona poblada. Cuando se giró para hablarle a Locura, el moreno no se encontraba y probablemente le perdió la pista mucho tiempo antes de llegar a ese punto del recorrido. Imaginó la reacción de Sabiduría al enterarse de que su protegido fue irresponsablemente perdido entre una muchedumbre, y la piel de Vida se tornó blanca del susto, iniciando una carrera contra reloj. El príncipe se olvidó del efecto negativo que Locura podía tener andando suelto y sin supervisión, y poco a poco la influencia de su poder comenzó a afectar a los humanos, al grado de que los festivales iban tomando caminos llenos de libertinaje.


Fue necesario que la policía interviniera (e incluso las fuerzas del orden parecían verse sumergidas en las tentaciones a su alrededor) así que todo auguraba que el festival terminaría muy temprano. El joven de ojos esmeralda corría de un lado a otro buscando a su compañero, hasta que la noche se le vino encima en cuestión de horas, y la gran cantidad de visitantes que se le cruzaban en el camino tornó la búsqueda imposible.


Cuando pensaba en algún recurso más drástico para encontrar a Locura, el príncipe sintió una presencia ajena que reconoció como un blight. Alis Aquilae se activó al instante, modificando la apariencia del primer dios mientras sus ojos vigilantes escudriñaban el paisaje.


El príncipe descubrió una extraña neblina de tono rojizo, que se distribuía a conciencia por todo el lugar. El aroma a licor fino impregnado en el aire resultaba suficiente para que cualquiera que se viera envuelto se embriagara, pero el olfato del Benefactor no se mostraba débil tratándose de alcohol. Agradeció silenciosamente a Sabiduría por los trillones de fiestas a las que fue sometido desde que tenía memoria, ya que gracias al rubio los labios de Vida fueron capaces de probar todo el vino existente en la tierra, y logró ser "inmune" a sus peligrosos encantos. Guiado por la estela de esencia embriagante, el joven de piel verde se desplazó a través de plazas y grandes extensiones de jardín, hasta encontrar una zona serrana, por donde se elevaba una larga escalinata, similar a las construcciones que los griegos dejaron en Athenas.

Penalidades +18 (VidaxMuerte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora