Capítulo 4 - Parte 1

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Al día siguiente me levanté con un buen humor de la cama. Los luminosos rayos solares de California deslumbraban radiantes contra mi piel, que había adquirido de nuevo su tono normal. Después de haber hecho mi ritual higiénico y haber desayunado la mitad de la despensa, recorrí felizmente las calles de la ciudad. Como había imaginado, estas se encontraban despejadas por ser un sábado en el mediodía. La mayoría de los transeúntes era gente de edad y niños pequeños con sus madres. Si hubiera llevado mi cámara y les hubiera sacado fotos, sería como una postal mostrando gente de los años 50 desfilando por las avenidas, o algo por el estilo.
Llegué a mi destino rápidamente, con el carro chillando en las banquetas y dando trompicones. Salté del carro y miré fijamente a la Señora Colón saliendo por la puerta delantera, vestida con falda y playera blanca y con una raqueta de tennis en la mano.

-Oh, querida. Es un placer que hayas venido de nuevo. Pensé que por ser sábado, podriblemente saldrías con tus amigos a pasear en vez de estar por aquí. Déjame contarte el día como tiempo extra, ¿Si?

-Eh, no se preocupe Noemi -Le dije sonriente mientras me acercaba a ella-. Estaré aquí probablemente todo el día, con Zabdiel.

La señora Mendes mostro una gigantesca sonrisa destellante y habló
-Me encanta que te lleves bien con mi pequeño hijo. Ojalá que también pudieras alejarlo de esas malas amistades que él tiene, si eso es posible -Dijo dándome palmaditas sobre mi hombro. Yo asentí y ella continuó-. El día de hoy yo me mantendré fuera, pero tú estarás aquí, ¿Verdad?

-Por supuesto, ya le dije que estaría aquí todo el día. Tenemos muchas cosas que hacer por hoy.

-Me parece estupendo. Entonces, me iré ya mismo, para que puedan comenzar con su diversión -Dijo entusiasmada. Como si alguien le hubiera regalado un millón de dólares, que probablemente le sobraban. Sonrió una vez más y poco a poco se apartaba caminando. Mordí mi labio-.

-¡Señora Colón! Perdón, ¡Noemi! ¡Espere! -le grité mientras corría detrás de ella. Se detuvo y giró-.

-¿Qué sucede, Tatiana?

-Eh, bueno, usted... ¿Podría decirme... p-por qué Zabdiel quedó ciego? Digo, sólo quiero, ya sabe, ¿Entenderlo más?- Le pregunté mientras la miraba de reojo. Ella cambió su sonrisa por una mueca triste que golpeó contra mi pecho con firmeza. Que mal se ha de estar sintiendo.

-Él quedó ciego por una competencia de salto de caballo. Algo asustó al pobre caballo y los dos cayeron sobre la tierra -Lentamente masajeó su sien-. El caballo cayó encima de Zabdiel y bueno, es un milagro que haya sobrevivido...

-Oh, yo... yo lo siento mucho. No sabía que...

-Todo está bien, no te preocupes Tatiana. Es cosa del pasado. Ahora sólo quiero que él salga adelante y rehaga su vida -Ella dijo mientras secaba un par de lágrimas que corrían por sus mejillas rosadas-. Por favor, no vayas a comentarle nada sobre lo que te he dicho. A él no le gusta... no le gusta que sientan, cómo decirlo, eh, lástima. Sí, eso es. No le gusta que la gente dienta lástima por él, por eso es como es.

-Está bien, yo no...

-Bien, es tarde. Que tengas un buen día, ¡Hasta pronto! -La señora Colón se despidió de mí, y prácticamente salió volando hacia su camioneta negra. La despedí con la mano y me volví hacia la casa.

-Bien aquí vamos de nuevo.

Corazón Ciego - Zabdiel de JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora