Capítulo 4 - Parte 2

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Al entrar me percate que la casa permanecía más silenciosa que en los tres días que había estado ahí. También estaba muchísimo más limpia y brillante. Dejé mi mochila verde sobre un sillón en la sala y tomé mi ejemplar desgastado en winterhaven. Me dirigía con paso seguro hacia arriba, al cuarto de Zabdiel, cuando escuché unos breves sollozos provenientes del patio trasero. La tentación no me dejó y opté por ir a averiguar quién provocaba los sonidos. Al fin y al cabo que era mujer. Dejé el libro sobre el suelo, ya que no había ningún mueble cerca y abrí con cuidado la puerta. Por poco y me caigo al suelo. Aquello era como entrar al bosque encantado de un cuento de hadas o algo así. Había una alberca gigante en el centro del patio, pero estaba construido con muchas piedras que le daban un aspecto de un río encantado.
Había ileras de arces alrededor de ella y enredaderas sobre las paredes de piedra. Lo único que le daba el aspecto de patio de ricos era el jacuzzi negro y un par de bancas verdes distribuidas por todo el lugar. Di una mirada a todo el lugar y de pronto me di cuenta de donde prevenían los llantos.
Zabdiel.
Me acerque con cuidado hacia la banca, en la cual él estaba apoyando unicamente sus brazos cruzados y sus piernas estaban sobre la tierra. Su cabeza estaba apoyada sobre la banca también, y escondía esta entre sus manos. Sus sollozos se hacían cada vez mas fuertes y su respiración cada vez mas entrecortada. Se me rompió el corazón.
Me senté en el suelo a un lado de él y lo miré fijamente mientras levantaba su rostro. Su piel estaba enrojecida y tenía los ojos hinchados, junto con sus mejillas húmedas por el llanto .
Miró hacia la nada por un segundo y después posó sus ojos sobre mí.
Era la segunda vez aue hacía eso.
¿Cómo podía?

-¿Mamá? - dijo lentamente mientras se limpiaba la nariz y después los ojos. -Pensé que estarías en el club jugando tenis. Yo...

-No soy tu mamá, Zabdiel -le dije con ternura mientras veía como su rostro se tornaba serio y sin rastro de emoción. Aún así, el hechizo no se rompió-.

-¿Qué haces aquí? Se supone que hoy no vendrías a trabajar. Lárgate -dijo mientras se levantaba del suelo, dispuesto a marcharse. Caminó un poco y después de un paso en falso, cayó-.

-¡Zabdiel! ¡Demonios! ¿Estás bien? -Le dije acercandome hacia él. Aún seguía tendido en el suelo. Podía sentir su cálida respiración sobre mi cara y mis ojos fundiendose con los suyos. De pronto, él comenzó a llorar -.¿Qué dije? ¡Por favor, no llores!
Él se incorporó solo un poco, de modo que se apiyaba sobre sus antebrazos y flexionaba las piernas un poco.
Comenzó a gritar.

-¿Es que no lo entiendes? ¡Yo no quiero tu ayuda! ¡Déjame en paz! -dijo alterado mientras intentaba incorporarse completamente. Yo lo sostuve de los brazos -. ¡Te he dicho que me dejes en paz!

-¡No! ¿Podrías dejar de ser tan estúpido por un momento y dejar de gritar? ¡Estoy harta! -le grité mientras los jalaba de los brazos. Lo ayudé a pararse, pero no solté sus brazos -.¿Por qué no lo entiendes? ¡Yo quiero ayudarte! -Bien, tal vez eso era una pequeña mentira, pero ¿Qué mas da? Es tan terco que todo lo que le diga le entrará por un oído y le saldrá por el otro-.

-Tú no quieres ayudarme. Sólo estas aquí por el dinero -dijo más calmado, mientras giraba lentamente sobre sus talones y se disponía a entrar a la casa -.

-¡Detente!¿Sabes qué? ¡No me importa lo que pienses! ¡Yo te ayudaré quieras o no quieras! -se detuvo por un momento y me enfrentó. Cara a cara. Demonios, con la cercanía de su rostro, sólo venían a mi mente pensamientos extraños de nosotros dos besándonos sobre el pasto verde y húmedo... ¡Rayos! ¡Qué dificil es concentrarse! -.

-Dime ¿Qué rayos quieres de mi?- susurró en mi oído. Ahora era él quién me sostenía por los brazos. Una sensacióm de corriente eléctrica me atravesó de pies a cabeza, y mi corazón comenzó a latir a mil por hora. Quería que me besara y me deseara tanto como yo a él... Aunque bueno, eso sería imposible, ya que técnicamente, era como una especie de enemiga mortal para él, o yo que sé -.
Tragué duro.

-Quiero que me des una oportunidad  -demonios 《Acaso mi voz no podía escucharse más quebrada, o que? Vaya tontería, ahora seguro me había descubierto a mí y a mis deseos oscuroa hacia él. Ahora él sabía que quería besarlo, tocarlo, que quería...》

-Sólo una. Más te vale que la aproveches, porque no tendrás otra. - se alejó de mi con una sonrisa torcida marcada en sus labios. Ningún rastro del llanto de hace cinco minutos. Lamió su labio -. Te deseo suerte, la necesitarás.



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Disculpen la demora!!!
Voy a empezar a subir los capítulos de a poco, no tenía mucho tiempo!

Corazón Ciego - Zabdiel de JesúsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora