Citadel

Capítulo 3: Rebobinado

No respira... sus ojos estaban cerrados en medio de una cueva, llena de humedad, una mano cortada cerca de mí, un dragón muerto, un mago sin magia, una niña asesina y yo. La desesperación me aterra, llamo a su nombre pero no contesta; su pecho no se mueve. No sabía qué hacer... El silencio me rompía los oídos, nadie decía nada por miedo a que en verdad esté muerto. Solate espera que haga algo, lo sé, pero simplemente no puedo sacar los ojos de Francis. No podía hacer nada, no había nadie capaz de curarlo o salvarlo. Para cuando me di cuenta la pequeña niña pelirroja, con ojos desesperados y en llanto sale corriendo directo hacia el niño. Renga, sucia y lastimada por la pelea, empujándome para llegar a él más rápido; la pequeña niña fría no parecía tener afecto alguno por alguien más que por Mhaligos, sin embargo, se preocupa por el pequeño príncipe huérfano. Al llegar se tira de rodillas al piso sin miedo a lastimarse más de lo que ya estaba, sobre él coloca su oreja y busca oír latidos que demuestren señales de vida. Luego, se reincorpora y coloca dos dedos por debajo de la mandíbula buscando sentir el pulso del niño.
-Tiene pulso, pero es débil. Necesitamos sanarlo ya, tiene unas costillas rotas, el antebrazo derecho y la muñeca izquierda también.- Afirma, concentrada y seria.- Solate no te quedes ahí y tráeme agua y trapos limpios ¡Ahora! Y tu vejestorio ¿Esperas una paga o qué? Prepárate para recibir al dragón.
-Solate -Lo miro con vergüenza- cambiemos de roles. Tú eres el fanático de la magia, hazte cargo tú del fenómeno volador.- Solate concuerda con migo.-
-¿Como sabes todo eso? -Pregunta Solate sorprendido. La verdad es que yo me sorprendí por un momento, hasta que recordé el fabuloso manejo de las técnicas que tiene.-
-Las técnicas genio ¡Necesitamos mantenerlo estable ya! -Su mirada daba miedo, parecía que lo mataría si no hacía nada.-

Voy corriendo al rio con una cubeta vacía, me perdí por completo el renacimiento de Mhaligos, prefiero no verlo si es que hay tripas de dragón o algo así. Se me ocurre una idea que tal vez pueda salvar a Francis, pero no confío del todo en la efectividad de esta idea, así que sigo corriendo; lleno la cubeta de agua y luego vuelvo camino a mis amigos lo más rápido que pueda aunque estaba extenuado por el tenaz combate. En medio de la corrida, siento una extraña sensación en mi cabeza; caigo al piso sin la posibilidad de atajarme. La cubeta de agua en mi mano izquierda impacto sobre el suelo perdiendo seguramente toda el agua acumulada, en mi mano derecha la espada cae ya casi sin filo y desgastada, sin energías mis ojos empiezan a caer en reposo lentamente; quiero moverme pero no puedo por más que desee. El peso de mi cuerpo es increíble. Poco a poco voy cerrando los ojos, al mismo tiempo que puedo ver un vacío, era como una puerta que llevaba a ningún lado. Me quedo atónito ya que podía sentir mi cuerpo, mi respiración, mi cansancio, mis heridas, mi hambre. Aunque ahora también podía presenciar algo más, un sentimiento nuevo, como si hubiera otro yo, dentro de mí. Me desespero al no saber qué había pasado ¿Por qué estaba ahí? ¿Francis? ¿Solate? ¿María? Empiezo a mirar para todos lados... Hasta que la vi. De blanco resplandeciente y brillante, su ser me cautiva por completo; algo como nunca había visto, desprendía un aroma relajante, y a su vez, su energía tan resplandeciente como las estrellas; orejas altas y largas, su tono de piel no es muy diferente al mío; sus ojos son verdes y no muy grandes, pelo largo y rubio ceniza; la rodean seres amorfos. Alta, de mi estatura tal vez o un poco más; tiene una figura bellísima y estaba parada justo detrás de mí. Cuando me libero de su hechizo de atracción femenina, empuño mi espada.
-Tranquilo guerrero, no estoy aquí para hacerte daño.
-Entonces ¿Que es lo que deseas? ¿Dónde estamos? ¿Dónde está el príncipe? -Sin bajar la guardia le pregunto con firmeza, por más bella que sea no caeré ante una posible bruja.-
-Su destino está fijado, así como el tuyo y el mío.
-¿Y cuál es tu destino? -Hay algo raro en todo esto y no sé qué es-
-El mío es cuidarte, así como el tuyo es cuidar del príncipe.
-¿Y luego qué? ¿Vendrá alguien más a cuidarte a ti?
-No, a mí me cuidan las estrellas. Ellas me dan el poder que necesito para poder cuidarte. - ¿Las estrellas? Qué situación incómoda.-
-Bueno... ¿Y dónde estamos?
-Ahora mismo estamos viendo tu lugar, debes ir. Tu destino.
-A claro ¿Qué falta? ¿Explorar mi mente para conocer mis defectos y ser mejor persona?
-Si eso quieres...
-Nono, con esto es suficiente. ¿Y qué se supone que sea esto?
-Esto es la entrada al mundo espiritual, raramente conocida por un humano como tú.
Las criaturas amorfas que estaban por doquier resultaron ser espíritus, que se iban acercando a mí y se burlaban de alguna forma cuando trataba de espantarlos con la espada. El mundo espiritual era una dimensión donde cada alma que existe, reside en esa dimensión. Aunque más información que esa no se tiene.

-¿Y qué hago yo acá?
-Este es tu destino.
-¿Y estás bestias? ¿Por qué se acercan a mí?

-Buscan a quien les guíe. Que sabio es, además, redentor, porque con su obra van a ser definitivamente vencidos el dolor, la miseria y la ignorancia.

-¿A qué te refieres?
-Busca tú la respuesta.

Mis ojos se abren, viendo el cielo cubierto de verde por las copas de los arboles que recubren Rizosueño, me parece todo muy raro... ¿Qué quería decir esa elfa? Y ¿Cómo habría hecho lo que hizo? Luego de unos segundos reflexionando "Francis" recordé. Salgo corriendo de nuevo, corro como si no hubiese mañana. A mitad de camino noto que no estoy exhausto, ni tengo heridas... Mejor que vuelva rápido.

Al llegar fue sorprendente. Había una fogata y Francis estaba entrenando ¿Qué acaso no pasó nada?

-Como te tardas vejestorio, quiero comer.

-Pero que... - ¿Acaso ella no estaba desesperada?-

-¡Van! ¿Y la comida? -No entiendo nada.-

-¿Acaso tu no estabas muriéndote?

-No bromees así con el príncipe. ¿Eres idiota?

-Solate, acércate. -Murmuro en su oído- Acaso... ¿Apareció mi hermano?

-¿A qué te refieres? ¿Está en camino? -La expresión de Solate era terrible-

-N-no... Déjalo ahí...

Acaso... ¿volví en el tiempo?