Capítulo 1: Nuevo empleo, nueva vida

60 6 0
                                    


Vaya, sí que ha cambiado la escuela en tan poco tiempo. Pero, a diferencia de hace varios años, ahora entro a esta institución, no como alumno, sino como maestro de matemáticas y literatura. Tal como me lo había prometido desde que abandoné estos pasillos.

Aquel hombre de cabellera castaña y ojos color café oscuro se adentró a la secundaria. Se dirigió a la dirección, donde un hombre anciano de cabellera abundante y blanquecina lo recibió.

—Alexis González, bienvenido de vuelta—estrecharon sus manos y después el mayor lo abrazó—. Me da mucho gusto tenerte como maestro. Anda, pasa. Ya le pedí a la presidenta que avisara que irás hasta la segunda hora—invitó y se hizo a un lado. El castaño entró con una amplia sonrisa y se sentó en una silla frente al escritorio. El peliblanco se sentó en su silla correspondiente y comenzó a charlar con él.

***

—Escuchen, por favor—decía una jovencita parada al frente de la clase, todos le prestaron atención, principalmente porque hace unos minutos el director le había mandado hablar por "algo urgente".

—¿Qué te dijo el director?—se escuchó una voz.

—¿Va a venir la profe María?—preguntó alguien más.

—¿Es hora libre?—un tercero habló.

—Escuchen, por favor—repitió. Cuando ya no hubo comentarios, volvió a hablar—. La profe María está incapacitada, ya no vendrá—dijo. Eso provocó que la mayoría se alegrara e hiciera un pequeño festejo—. Pero—aclaró, por lo cual se callaron otra vez—vendrá un nuevo maestro. Empieza hoy—empezaron a murmurar—, vendrá a la segunda hora...

***

—Y este es tu horario—el profe Gerardo no ha cambiado en nada, es igual de amable que siempre—. Ah, por cierto, el grupo diez se caracteriza por ciertas cositas—¿cositas? ¿A qué se refiere?

—¿Me puede decir a qué se refiere exactamente?—esto no me gusta, no quiero dificultades en mi primer día, mucho menos con adolescentes.

—Verás, algunos de ellos son algo problemáticos. Si tienes problemas con alguien, lo mandas inmediatamente conmigo... Ah, también está el grupito de las que los maestros catalogaron como "las que se la pasan hablando"...—bah, ya me había asustado.

—Este tipo de estudiantes está en todos los grupos—aclaró.

—Lo sé, sólo te aviso. Recuerda que eres nuevo...

—Nuevo como maestro, pero estudiante fui por muchos años... y dejé de serlo hace poco... Sé cómo se comporta una clase, no se preocupe.

—Bueno, confío en ti. Ah, otra cosa, la alumna Alexandra es también la presidenta de toda la sociedad estudiantil, no te sorprendas si a veces no te pone atención a clase por estar haciendo papeleo; lo dudo, pero te aviso por si llega a pasar.

—Vaya, me hizo recordar cuando yo era presidente...—sonrió un poco y bebió de su café, el cual le había dado el maestro hace unos minutos.

—Te diré una cosa, a diferencia de ti, que eras muy amigable y extrovertido, ella es más callada y seria. Se lleva bien con todos, salvo pocos, pero hace muy bien su trabajo. A veces creo que algo pasa en su hogar, aunque a su vez lo descarto—¿eh? Esto es raro.

—¿Qué lo hace dudar?

—Verás, lleva un promedio excelente, incluso podría igualar el tuyo—me dice de broma, yo sonrío un poco. Saqué diez punto cero antes de irme, realmente quiero conocer a quien puede lograr lo que yo logré con mucho esfuerzo—. Pero sus padres nunca vienen a las juntas o entregas de calificaciones, y siempre que los llamo nadie contesta. Le he preguntado a Alexandra, pero dice que siempre están indispuestos...

Entre sumas y restasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora