S e v e n t e e n.

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Madison Beer.

ㅡ ¿Te gustó?.ㅡ Pregunté mientras bajamos del auto, refiriéndome a aquel accesorio que había comprado para aquel moreno.

Había salido a un centro comercial, y al ver aquel collar de micrófono, se le hizo buena idea regalárselo. Al final de todo, estaban intentando algo.

Si es sincera, esto estaba funcionando. No podía decir que genial, pero tampoco diría que no valía la pena. Simplemente funcionaba, que al final de todo, era lo que importaba para él. Debería incluirse en aquello, pero no se mentirá a ella misma, le da igual si las cosas salen bien o no.

ㅡ Lo amé Mad, gracias.ㅡ Sonrió.

Estiró su mano a mi dirección, que acepté después de pasar por frente del vehículo, tenían que caminar una larga distancia para entrar a aquel lugar donde era la fiesta, porque, llegaron tarde y no encontraron donde estacionar el carro cerca.

Mueve su cabeza al ritmo de la musica que inunda sus oídos cuando han entrado a aquel lugar, ha sentido ya el ambiente, y le agrada. Observo el alrededor, y bueno, le ha recordado cuando estaba en preparatoria, cuando salía de fiesta; ㅡ Por allá están los chicos.

Y para cuando lo he mirado, aquel ya se encuentra caminando a la dirección donde él había localizado a sus amigos, que también eran los míos.

ㅡ Hola.

He saludado a cada uno de los chicos personalmente, y he sido mareada por sus fragancias varoniles. Oh dios, le encanta el olor a hombre, aunque parezca ridículo.

Y bueno, al menos agradece que el morocho siempre huela sumamente bien.

ㅡ ¿Cómo van?.ㅡ Richard fue el primero en preguntar, mientras sostenía su cerveza en la mano izquierda.

ㅡ Muy bien bro, gracias.ㅡ Contestó Joel por ambos.

Moví mis labios, gesticulando aquella canción que sonaba y sin duda era pegajosa y rítmica. Ha soltado una risa para ella sola, cuando ha visto a un chico caminar y tropezar.

Dios, debe de dejar de reírse de la gente.

ㅡ ¿Y sus chicas? No las veo aquí.ㅡ Intervine, fingiendo buscar a sus lados.

Ve fruncir el ceño del cubano y aquello la ha hecho sonreír. Se ve gracioso.

ㅡ ¿Chicas?. No hay, no existen.

Oh, Erick, te irás al infierno por mentir.

ㅡ Ya tengo a mi caza.ㅡ Habló Christopher, mientras hacia estiraciones de sus brazos, como si preparara para algo sumamente importante.

ㅡ ¿De qué hablas?.

ㅡ Aquella chica, la de vestido azul.

Enchina mis ojos, hacia la dirección donde miraba, demonios, ni siquiera sabía a cuál se refería, habían tres personas vestidas de ese color.

ㅡ No cambias.

Reí.

ㅡ Mi momento ha llegado, deséenme suerte.

Casados por obligación.||Joel Pimentel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora