Encuentro prematuro

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"(...)El último fue Belial. Nunca cayó del cielo espíritu más impuro ni más torpemente inclinado al vicio por el vicio mismo. No se elevó en su honor templo alguno ni humeaba ningún altar; pero, ¿quién se halla con más frecuencia en los templos y los altares, cuando el sacerdote reniega de Dios, como renegaron los hijos de Elí, que mancharon la casa divina con sus violencias y prostituciones? Reina también en los palacios, en las cortes y en las corrompidas ciudades donde el escandaloso estruendo de ultrajes y de improperios se eleva sobre las más altas torres y cuando la noche tiende su manto por las calles, ve vagabundear por ellas a los hijos de Belial, repletos de insolencia y vino. Testigos las calles de Sodoma y la noche de Gabaa, cuando fue menester exponer en la puerta hospitalaria a una matrona para evitar rapto más odios."  

Era una mañana gélida de diciembre, los cúmulos de nieve cubrían la pequeña calle que se debía seguir para llegar a la catedral de Königsberg

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Era una mañana gélida de diciembre, los cúmulos de nieve cubrían la pequeña calle que se debía seguir para llegar a la catedral de Königsberg. Aquella catedral dañada tras los bombardeos de una guerra de antaño y que no tenia mucho de haber sido reconstruida, llamaba la atención de quien pasaba cerca al ser cautivado por el estilo gótico de su construcción y por el simple hecho de que, desde 1333, no había sido terminada la torre del lado oeste.

Ella no era la excepción a esto. La pequeña niña, de unos escasos 8 años, visitaba de manera recurrente el recinto: Por un lado su amor a la lectura le llevaba a pasar horas en la biblioteca Wallenrodt, y por el otro el "llamado de Dios" le decía que tenía que ver la forma de estar en la catedral y no en el orfanato.

¡Sólo Dios y su grandiosa misericordia sabían cuanto había tenido que sufrir! 

La pobre era huérfana desde una temprana edad, pero a pesar de esto conservaba los recuerdos de su vida con su familia en japón. Recordaba su llegada una mañana de marzo a la cálida Königsberg por trabajo de su padre: El Sr. Katsuki.

 Pero algo que siempre estaba presente en su pequeña e infantil mente era el recuerdo de aquella mañana, esa mañana ocurrida tres años atrásque se convertiría en el inicio de cambios en su vida; Yuuri salía de la catedral de la mano de una de sus vecinas mientras sonreía ante la bella música que aún sonaba de la catedral, pero esa felicidad duraría poco ya que unos metros antes de llegar a su amada casa, algunos compañeros de su padre le daban el pésame entre lagrimas fue entonces que ella se dio cuenta que algo no iba bien y (como era de esperarse) supuso lo peor...pero aun quedaba mamá y su hermana Mari ¿verdad? no estaba completamente sola, o al menos eso pensó antes de que la señora Ivanović le confirmara que su familia había sufrido un terrible accidente que ella era la única que quedaba y que debía ir al orfanato de la vieja orden de María. 

Yuuri....hemos llegado—La voz de la anciana señora Ivanović, que solía cuidarla cuando su madre no estaba, resonó en sus oídos sacándola de sus pensamientos abrumados. —Deberías darte prisa cariño, o no serás capaz de cantar junto a los demás niños

Lo siento señora Ivanović me apresuraré y...¡verá lo lindo que sonará el Ave Maria cuando lo cantemos todos juntos!— En un principio Yuuri había musito debido a la tristeza que se alojaba de momentos en su corazón pero que había sido despejada por el pensamiento de cantar el tema compuesto por Schubert  y, del cual, estaba segura que llegaría a su familia en el cielo(ese era un pensamiento poco común en los japoneses, pero bueno, ella se había criado en Rusia técnicamente). 

La misa había iniciado como cualquier domingo, sin contratiempos, los niños comenzaban a cantar y entre esas voces se destacaba la de Yuuri que cantaba con mucho fervor. Habría sido una rutina normal pero algo le decía a la pequeña que debía quedarse un poco más, y con este pensamiento solicitó a la anciana que la recogiera a las 3:00pm para llevarla al orfanato. La Sra. Ivanović accedió, ya no podía seguir con esa rutina de recogerla y llevarla a la entrada del orfanato después de todo ese era trabajo de las hermanas y la madre superiora.

Ave maria 

Gratia plena 

Maria, gratia plena 

Maria, gratia plena 

Ave, ave dominus 

Dominus tecum


Eran las palabras que salían de sus inmaculados labios color cereza, aquel canto transmitía su fe y su amor por la Orden de Maria, sus salvadores.

Veo que te conoces Schubert a pesar de tu edad— Comentó una voz levemente gruesa cerca de ella. Este acto ocasionó que diera un pequeño salto en su asiento cerrando el libro que tenía en sus manos.—Lo siento, no quise asustarte

N-no se preocupe por eso...no es común que a los niños nos llame la atención esa música— replicó mientras alzaba la vista para ver al hombre más "guapo" que había conocido en su corta vida.—¿Quiere sentarse?— preguntó a aquel hombre que la observaba con una ligera ternura.

Con gusto pequeña, pero dime ¿qué hace tan sola una damita como tú? ¿cuál es tu nombre?— Una leve sonrisa se dibujo en el rostro del hombre resaltando la belleza de aquella piel blanca como la nieva y esos ojos de un verde tan cautivador contrastados por lo rubio de su cabello.

  —¿ah?...bueno, yo...soy Yuuri...espero a la una de las hermanas de la orden...vendrá a recogerme más tarde—  musitó algo apenada por las preguntas, rara vez decía alguna palabra dentro de la biblioteca.— Y ¿Cómo se llama usted? ¿Es la primera vez que viene aquí?— Ella comenzó también un leve interrogatorio al mayor para que la situación,y la conversación, no girara solamente al rededor de ella. 

  — No, no es la primera vez que vengo aquí...la conozco de mucho tiempo atrás, sin embargo he venido con más frecuencia para oírte cantar.— Volvió a dedicarle una sonrisa a la pequeña— Sobre mi nombre, he tenido muchos así que por el momento solo llámame Magnus ...puede que en un futuro cambie a otro más adecuado.— 

  — Señor...Magnus— Fue lo ultimo que salió de sus labios antes de que la hermana Marie interrumpiera la platica con una leve cara de disgusto al distinguir a aquel hombre no era otro sino la personificación del impío Belial. En definitiva ese encuentro no le gustaría al padre Nikiforov. 

Hasta aquí esta primera parte

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Hasta aquí esta primera parte... espero que les agrade y también espero tener su apoyo, comprensión y cualquier critica al trabajo sea buena o mala para poder mejorar.

Do svidaniya!

Lilium PeccatumWhere stories live. Discover now