1. Café Quindío

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— Nada de tardanzas, ¿entendido? — dijo la voz que salía de la pequeña bocina de su celular.

— ¿Desde cuándo tienes que repetirme las cosas, Jinki? — respondió dejando un tono de burla en la última palabra con el propósito de molestar al dueño de la llamada.

— Sólo haz lo que te digo. — Alcanzó a notar el toque de irritación que tenía la voz del contrario, al parecer había logrado su objetivo. — Ten cuidado, Key.

Hizo un sonido de afirmación, colgó y metió el celular a uno de sus bolsillos delanteros del pantalón. Giró para apreciar el lugar que le rodeaba; el cielo estaba nublado pero no había señales de lluvia, eso le facilitaba las cosas. Dirigió su vista al agua verdosa que tenía enfrente y se apoyó en la valla que estaba a su alcance.

Ya era otoño, el verano pasó demasiado rápido, pensó Kibum. Los árboles ya estaban empezando a mudar hojas y empezaban a cubrir cierta parte del césped a sus pies. Inconscientemente, sus manos bajaron hasta los bolsillos de su abrigo, sacando un pequeño envoltorio de plástico que encontró en el bolsillo derecho; un dulce (una goma de mascar, para ser precisos). Llevó a su boca la pequeña masa rosa y se encaminó por el sendero del silencioso parque en el que estaba, alejándose cada vez más de la vista del río Han.

En realidad no quería hacer enojar a Jinki después de haber llegado tarde a sus encargos al menos más de 10 veces en lo que había empezado del mes. Y aunque siempre estuviera bromeando con las tonterías que hacía como si fueran algo que le provocaba orgullo, no le gustaba quedarle mal a su jefe.

Sacó unos audífonos inalámbricos rosas del pequeño bolso cruzado que colgaba de su hombro y se los colocó mientras subía apresuradamente al bus que le correspondía.






Lo primero que hizo al subir fue buscar con la mirada a una persona en particular con la que esperaba reunirse.

Afortunadamente, la encontró; un chico pelinegro de su edad en la última fila de asientos, vestido similar que él con un abrigo (sólo que éste no era del mismo estilo que el de Kibum, era más largo), unos pantalones del mismo color y unos zapatos cafés. El chico se veía perdido en sus pensamientos, mirando hacia el exterior de la ventana que estaba a su lado sin prestarle atención a su entorno. Ni siquiera se dio cuenta de que Kibum se sentó junto a él.

— Así que, — le dio un codazo en las costillas para captar su atención — ¿Estás pensando en la zorra que te rechazó y que no quiso acostarse contigo anoche? — sonrió al ver la mueca de disgusto que le ocasionó, no supo si fue por el codazo o por su presencia.

— ¿Qué diablos haces aquí, Key? — dijo Minho en un tono irritado, similar al de Jinki en la llamada pasada. — Se supone que debes de estar en aquel lugar del encargo que te asignó Onew.

Era inevitable voltear los ojos en ese momento. Minho siempre actuaba como un estúpido. Nunca se tomaba descansos, no jugaba, ni bromeaba, ni hacía pausas en sus cosas, nada. Era muy apegado a lo que Jinki decía y nunca le gustaba desobedecerlo; completamente contrario a Kibum. Nunca sabía si actuaba de esa forma porque no llevaba mucho tiempo en el clan o simplemente le gustaba ser obediente con sus superiores.

Aún cuando Minho fuera completamente contrario a él, lo consideraba un buen amigo y le gustaba pasar el tiempo a su lado. — Yo también me alegro de verte. ¿Que cómo fue mi camino hasta aquí? excelente, gracias por preguntar. Lo sé, soy genial. Gracias. — hizo un globo con la goma de mascar y le guiñó un ojo.

Into You │JongKeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora