Hey, Angel!

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Oye, Ángel!

En las calles oscuras con un nombre olvidado y  un tiempo silenciado, la figura paterna llevaba sujeto a su mano a un adorable niño, en el que le observe detenidamente y capte que era menor de cinco años, pero algo detuvo al pequeño, algo que lo distrajo de su muñeco parlanchin y muy costoso que probablemente su padre le había comprado. Un mujer cuyas canas se reflejaban, su hambre se incrementada, y su muerte se acercaba; tenía un cartel con la ilusiva frase "Ayúdame por favor, no tengo comida" atrajo hacia el pequeño rubio, él apartándose de su padre mientras este hablaba por  teléfono, y aunque le jalaba su diminuta mano para impedírselo el niño logro su objetivo y se dirijo hacia la mujer que la gente por contexto social llamaría "vagabunda"

  — ¿P-papá, p-por qué esa s-señora no e-es feliz? — Hablo el rubio con tartamudos por su temprana edad.

  — Oh, que dulce niño...- Susurro ella.

  — Vamanos, - Se escucho rudo el padre, agarrando el brazo de su hijo.

  — ¡¡E-espera p-papi, y-yo quiero p-preguntarle algo a e-ella!! — Y le señalo. 

  — ¡¡NO, DIJE VA-MO-NOS!!  — Deletreo el mayor.

  — No hay problema, señor...  — Respondió ella.

El padre sin su interés alguno, soltó al niño y siguió con el aparato tecnológico en su atención principal. Y con una fuerza algo imprudente empujo al niño hacia la señora, creando gran impacto en los habitantes. El niño algo sonrojado por su timidez, se acerco hacia la señora dando los pasos más largos que sus piernas diminutas pudieran hacer, se agacho junto a ella y le sonrío con los dientes de leche que aún conserva, suspiro, aclaro su garganta y hablo:

  — ¿Señora, tu es tan triste, por qué no tienes muñecos, ni caramelos, ni... ni... ni caricaturas? — Susurro triste.

  — No, no tengo nada de eso, pequeño, pero tengo amor para dar, tengo vida para crear, y sueños que cumplir.

  — ¿Y t-tu mami, p-papi, hermano, y h-hermana?

-Ellos tuvieron que volver a su hogar, a donde pertenecen... por lo que ellos son...

  — ¿Y q-qué son?  — Con timidez él pregunto.

  — Ángeles.- Sonrío felizmente.

  — ¡¡E-eso es muy b-bonito, e-ellos deben e-estar muy f-felices!!- Aplaudía y reía este.  — ¡¿P-por qué no v-vas junto a e-ellos?!

  — Lo haré muy pron...- Fue interrumpida por toser.

  — D-deberías ir al m-medico... — Musito preocupado el pequeño.  — C-cuando estoy e-enfermo mi p-papi me lleva c-con é-él.

  — ¡¡Matthew, ya hora de irnos!!- Grito furiosa la voz del padre.

  — Oh, m-me t-tengo que i-ir... Pero, m-mira, a-aquí te d-dejo m-mi muñeco f-favorito, m-mi emparedado f-favorito, m-mi a-alcancía n-no tengo m-mucho pero c-creo que ayudaría y...

  —¡¡Matthew!!

  — A-adiós, ángel.

Más tarde cuando se encontraban directo hacia un destino no claro para ... él padre, lo miro con sus brazos cruzados, sus cejas en entrecejo y su cabeza con movimiento de negación. Le parecía indigno que su hijo se acercara a esa clase de persona, si es que se puede llamar persona, le parecía una injusticia que él había desperdiciado todo lo que le enseño a ... y lo aya traicionado, defraudado y decepcionado.

  —Jamás volverás a salir de casa... por eso no te saco a pasear. — Protesto. 

Pero el niño no voltio, no dudo, no titubeo, no parpadeo... no nada, como el significado tan profundo como la palabra nada... Solo observaba el cielo a través del cristal que sobrepasaba este. Lo detallaba sin ninguna expresión, y solo se le observaba que él esperaba algo, algo fuerte.

  — ¡¡¡¿Matthew, me has escuchado?!!! — Exploto el mayor.

El siguió observando su objetivo. Y cuando el padre ya iba a ser más rudo, el pequeño señalo hacia la ventana con gran euforia, y grito a pulmón.

  — ¡¡M-mira, a-allí va e-ella!!, ¡¡A-allá esta e-ella!

  —¿Quién? — Dudo el padre, demasiado confundido.

  —Aquella que ahora vuela, aquella que esta donde pertenece y con quien debe estar...  aquella a quien le regale mis alas...


Escrito en:

16/5/17

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