Capítulo 9: EL CONTENIDO TRASCENDENTAL

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EL CONTENIDO TRASCENDENTAL

El contenido doctrinal del relato, las enseñanzas que persisten luego de haber concluido la lectura, las lecciones teológicas que podríamos llamar fundamentales, podrían ser las siguientes:

Dios es el único Creador de todas las cosas, de todo lo concreto y abstracto, de lo que hay arriba y de lo que hay abajo, de todas las entidades y criaturas. Toda la materia, y las fuerzas que actúan sobre ella, son creadas por Él y responden a su mandato.

El poder de Dios, omnipotente y omnipresente, es expresión de su inteligencia y sabiduría, que se manifiestan en el orden, el equilibrio y el funcionamiento de lo creado.

Toda criatura es buena por ser creada conforme a esa idea de orden y perfección. Ellas son creadas por Dios, están creadas por partes de ese mismo Dios pero no son Dios. Es fundamental esta distinción, esta separación, porque es muy sutil, y puede ser sencillo confundir Creador y creatura. Dios crea todo desde sí, por lo tanto todos seríamos parte de Dios, pero no somos Dios, sino que somos, en definitiva, su creación. En este punto es interesante el comentario que me hacía un estudioso del Bhagavad Gita, el libro sagrado del hinduismo, me decía: "Una comparación que permite aclarar esta separación entre Creador y creatura sería la de la fruta de la granada. Los granos dentro de la granada son parte de la granada pero no son la granada. Son parte de la fruta pero no son la fruta".

Los astros -que en esa época eran reconocidos como dioses-, son claramente objetos creados por Dios, Él decide cómo se mueven y su paso por el universo, simplemente, va a ser de utilidad al hombre para medir el tiempo.

La fecundidad de los animales es una bendición de Dios y parte de la maquinaria, del funcionamiento del sistema, no hay ninguna deidad encargada de eso, es sólo funcionalidad.

El hombre -podríamos llamar cumbre de la creación-, es el único que está hecho a imagen y semejanza; por lo que es especial y se eleva por encima del resto de seres vivos, lo que inmediatamente le otorga derechos y obligaciones.

Y al fin, éste, en agradecimiento y como segundo de Dios, debe guardar un día de la semana para darle culto, descansando, como lo hizo el mismo Dios, el séptimo día.

En estas ideas claves -que el autor sagrado brinda con tanta precisión y en tan pocas líneas-, existe una verdadera revelación de la antigüedad a la que no accedió ninguna otra civilización de tan antigua data. Ningún otro pueblo, de los que existían en el planeta en ese entonces, llegó a una explicación tan cercana a la verdad científica como éste: el hebreo, el pueblo elegido.

Es evidente, para mí, que el hagiógrafo en estas primeras líneas de Génesis intenta explicar el origen del mundo pero no desde una óptica científica sino desde el punto de vista de la relación entre la creación y Dios. Todo es obra de Dios, tanto el mundo como el espacio, los astros, las fuerzas que actúan, las ideas y lo que sea que esté allí y que aún no podemos ver. El cielo y la tierra.

Todo es razonado y lógico, a tal punto, que el caos primigenio parece ser la materia original de una obra de arte, la masilla de una escultura, el lienzo y las pinturas, pero con el detalle del libre albedrío, un pequeño gran detalle. Un detalle que no es menor. Un detalle que hace una enorme diferencia y que da idea exacta de la misericordia y el amor infinito del Creador.

Su obra no sería la misma sin la libertad, sin el tan ponderado libre albedrío. Ese libre albedrío que ha llevado a la Humanidad a realizar logros tan grandes y trascendentes y cometer tantos y tan lamentables errores.

Está visto que a Dios no le interesan seres que actúen como robots, y tampoco le importa la uniformidad; por eso, ha creado esta enorme diversidad de animales, plantas, y humanos de colores diferentes, idiomas, tallas y pensamientos, filosofías y hasta tienen percepciones distintas de Él -que es el mismo para todos.

En el contexto del libre albedrío, me resulta verdaderamente maravilloso observar en La Biblia cómo Dios dicta las normas, luego se enoja porque la Humanidad no hace lo que Él manda, entonces la reprende, la perdona, modifica las leyes que había impuesto a ver si esta vez los hombres las pueden cumplir... lo que por lo general no sucede. Entonces nuevamente se decepciona y enfada porque no hay caso, no cambian de senda; las vuelve a modificar, las aprieta, las afloja. Les cambia los juguetes peligrosos, como dioses paganos -por ideas más cercanas a las de un sólo dios-, y retira del juego a los que, es palpable, no se les puede dejar jugar con el resto, como ocurrió con los habitantes de Sodoma y Gomorra.

Sí, el gran Libre Albedrío -con mayúsculas-, el viejo libre albedrío que aún no logramos controlar.

Nos hemos vuelto a desviar del objetivo que era realizar una comparación del Génesis con la ciencia, pero valga el desvío, ya que es bueno verlo en el contexto del libro al que pertenece y del que forma parte.

Comentándolo con mi esposa, le decía que, hasta hace poco, no había existido la posibilidad de realizar esta comparación de Génesis-Ciencia, debido a que los descubrimientos científicos necesarios para poder entender de qué habla nuestro observador se han producido recién en los últimos años con inventos revolucionarios como el telescopio Hubble, los radiotelescopios como el de Arecibo y muchos otros satélites especializados. Recién ahora, en esta época que nos toca vivir, se puede realizar una comparación más completa y profunda del texto con la ciencia, y el hecho de que encaje me resulta verdaderamente sorprendente.

Es necesario comprender que tanto el hagiógrafo, obviamente, como los comentaristas bíblicos que han escrito -digamos- hasta hace unos veinte años atrás, no han contado con los recursos suficientes para entender y atar tantos cabos sueltos.

Hoy, con algunos conocimientos y una computadora conectada a Internet, cualquier persona puede chequear lo narrado en estas líneas y además realizar nuevos aportes para una mejor comprensión del tema.

Es innegable que los avances científicos de los últimos tiempos, así como los futuros descubrimientos, van a permitir dilucidar muchos de los misterios que La Biblia aún nos tiene reservados, aunque no debemos olvidar que el verdadero avance por el que debemos trabajar, siempre va a ser el espiritual.

El observador. El Genesis y la ciencia. La explicacion cientifica de la creacionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora