Capítulo 10: EL EDÉN

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EL EDÉN

La naturaleza humana en un ambiente controlado.

No fui yo, fuiste tú.


Muy bien.

¿Y el Edén?

Es cierto, el Edén, se me olvidaba.

A continuación del Génesis, y sus siete días, encontramos una nueva descripción de la Creación pero realizada de un modo absolutamente distinto. A tal punto que, por lo general, los biblistas aseguran que tiene un origen diferente, otro autor, y probablemente fue escrita en otro momento.

En esta nueva descripción existe una línea diferente de hechos.

¿Por qué no leer el párrafo y analizarlo?

«El día que en que hizo Yahveh Dios la tierra y los cielos, no había aún en la tierra arbusto alguno del campo, y ninguna hierba del campo había germinado todavía, pues Yahveh Dios no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre que labrara el suelo. Pero un manantial brotaba de la tierra, y regaba toda la superficie del suelo. Entonces Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente.

«Luego plantó Yahveh Dios un jardín en Edén, al oriente, donde colocó al hombre que había formado.

«Yahveh Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos para comer, y en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal.

«De Edén salía un río que regaba el jardín, y desde allí se repartía en cuatro brazos. El uno se llama Pisón: es el que rodea todo el país de Javilá, donde hay oro. El oro de aquel país es fino. Allí se encuentra el bedelio y el ónice. El segundo río se llama Guijón: es el que rodea el país de Kus. El tercer río se llama Tigris: es el que corre al oriente de Asur. Y el cuarto río es el Eufrates. Tomó, pues, Yahveh Dios al hombre y le dejó en al jardín de Edén, para que lo labrase y cuidase. Y Dios impuso al hombre este mandamiento: "De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio".

«Dijo luego Yahveh Dios: "No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada". Y Yahveh Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera.

«El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo, mas para el hombre no encontró una ayuda adecuada. Entonces Yahveh Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió. Y le quitó una de las costillas, rellenando el vacío con carne. De la costilla que Yahveh Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces éste exclamó: "Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Ésta será llamada mujer [], porque del varón ha sido tomada". Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne. Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban uno del otro» (Génesis 2:5-25).

En algunas traducciones en lugar de "mujer" dice Varona ['ishshah]: "Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona ['ishshah], porque del varón ['ish] fue tomada. Esto es ahora hueso de mis huesos" (Génesis 2: 23).
Adán, reconociendo en ella la compañera deseada, gozosamente le dio la bienvenida como a su desposada y expresó su gozo en una exclamación poética. Las palabras "esto es ahora" reflejan su agradable sorpresa cuando vio en la mujer el cumplimiento del deseo de su corazón.
La repetición triple de "esto" (como está en el hebreo) vívidamente señala a ella sobre quien -con gozoso asombro- descansaba ahora la mirada de él con la intensa emoción del primer amor.
Instintivamente, o como resultado de una instrucción divina, reconoció en ella una parte de su propio ser. De allí en adelante debía amarla como a su mismo cuerpo, pues al amarla se ama a sí mismo.
El apóstol Pablo hace resaltar esta verdad: "Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama" (Efesios 5: 28).

El observador. El Genesis y la ciencia. La explicacion cientifica de la creacionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora