Capitulo tres.
Llego el 24 más rápido de lo que esperaba, y de momento la cosa va bien. Los pequeños siguen matándose entre ellos pero luego los ves durmiendo cogidos de la mano o abrazados, la madre de Valentina dice que en esos momentos es como "verte a ti y a Vale*". Mi niña suele sonrojarse mientras yo solo río.
Valentina entra delante de mi dando saltitos por haberme ganado en la pelea de nieves, pero ya sabe que quiero la revancha y haber quien sale mejor. Cuando llegamos están nuestros padres viendo las noticias mientras mi madre y la de Valentina iban de un lado a otro en la cocina preparando la cena de Nochebuena. Subimos arriba y hay están Abby y Lucas, como no, peleando por el mando de la tele. Yo me pongo delante de ellos y los separo con la ayuda de Valentina .
- Jase, dame el mando a mi- me pide Abby y me aguanto las ganas de dárselo con esa carita que me pone, pero sé que abra pelea con Lucas y puede ser muy pesado
- No. A ninguno. ¿Por qué no duermen? Es la hora de la siesta- interviene Valentina.
- No tenemos sueño- se queja Lucas cruzándose de brazos
- Me da igual- dice Valentina poniéndose igual que él y resisto las ganas de reír pues son iguales- a dormir los dos- dice cogiendo a Abby y yo a Lucas hasta la cama mientras pelean con nosotros
- Sois unos novios pesados- se queja Abby.
- Pequeña, ¿Cuántas veces te diré que no somos novios?- digo y miro a Valentina sonrojarse levemente
- No me lo creo, andáis siempre como los novios de la tele- dice Lucas
- Bueno, cuando seas mayor, lo entenderás- le respondo revolviéndole el pelo- venga campeón, gana le a mi hermana durmiendo
- ¡No! Jase, ¡eres malo!- se queja mi hermanita haciendo pucheros, yo me acerco a ella y le doy un beso en la frente pero ella me ignora, aunque sé que se esta riendo, lo mismo que Vale*.
El resto de las vacaciones paso rápido y sin ninguna novedad, ya pasado mañana tenemos previsto volver a casa, Valentina esta de lo más contenta pues siente "morir sin Internet" . Yo me termino de vestir y bajo a esperarla, esta tarde decidimos ir al establo que tiene mi abuelo y le dejo como herencia a mi padre antes de morir, no esta muy alejado de casa, solo a unos veinte minutos. Según mi padre es un lugar bonito, a pesar de no haber animales, detrás esta la entrada al bosque, que me dejo bastante claro que no fuese pues puede ser peligroso y nos podemos perder.
- Venga, Vale* eres una lenta- le grito desde abajo
- Ya estoy pesado- dice acercándose a mi
Nos despedimos de todos y marchamos allí, con una pequeña cesta en plan picnic pues pensamos pasar el resto de la tarde por ahí y si es posible dar un paseo por el pueblo que en la noche habrá fiesta.
Cuando llegamos compruebo que mi padre tiene razón, me recuerda mucho a las películas, no es gran cosa, pero bonito, dentro hay un motón de paja y Valentina lo primero que hace es tirarse en ella.
- Ven- me dice, le hago caso y me tiro a su lado, casi encima suyo y me río por su queja - me vas a aplastar
- ¿Tan gordo estoy?- le pregunto haciendo un puchero- ella se burla de mi
- Anda quita- me dice mientras me empuja suavemente pues sigo con mi pie encima suyo.
Nos paseamos todo, y como siempre nos peleamos por momentos y reconciliándonos a los tres segundos. Cuando comienza a caer más la tarde nos metemos a comer algo para irnos. Yo no paro de hacer bromas, hasta que veo que ella deja de reírse conmigo y se pone seria.
- ¿Qué pasa?
- ¿No hueles eso?- yo me concentro y no huelo nada- ¡Que si! Huele a humo- dice comenzando a ponerse nerviosa
- Tranquila, no comiences con tus paranoias
- ¡Ay, no! Me quiero ir. Tengo miedo- la noto de verdad asustada y me acerco a ella
- Hey, mírame, tranquila. No pasa nada. Recojamos y nos vamos.
Ella comienza a recoger rápidamente ignorando mis suplicas de que se tranquilice. Y entonces lo noto. El humo comienza a entrar por los lados. Miro a mi alrededor. Maldita sea estamos rodeados de pajas. Y de fuego.
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Te amo, Cariño.
ContoYo si sería capaz de lo que sea por ella. Yo la quiero más de lo que Romeo a Julieta. Y mi único egoísmo es el querer tenerla solo para mi. Pero ella no se da cuenta.