Capitulo 2: Incongruencia

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"AMOLAD no me pertenece, es obra de The Snipster"

Tal vez las ideas del dios del Tiempo no eran las mejores, seguir a una diosa que tendía a perderse por el camino si no estaba alado de sus cupidos estaba desesperado a Marzo y Febrero. Ambas sirvientes observaban a la pequeña divinidad mirando de un lado a otro confundida, su destino era la casa de Angustia.

Casi ningún dios visitaba la casa de aquella divinidad, más que nada por un simple motivo, el hogar de este provocaba zozobra, una opresión en el pecho y una sensación de escalofrió por la espalda, los tonos azules y opacos de esa casona antigua, cuyos antiguos ventanales parecían dignos de una película de terror.

Febrero tembló al ver que la pequeña diosa estaba acercándose a la vereda correcta, Marzo la miro con recelo, estaban odiando un poco a su amo por mandarlas a semejante misión.

— ¿Por qué su alteza nos mandaría a seguirla? — murmuro Marzo, Febrero le dio una sonrisa ladina.

— ¿Qué no es obvio? — Sonrió la lacaya, con expresión soñadora — Nuestro amo está enamorado, pero es demasiado terco para admitirlo.

— Estas loca, ahora entiendo esa expresión de "febrero loco" — se burló el otro mes, como sirvientes del primer dios, Ithis los había creado al antojo de Tiempo, para ayudarlo a su labor, una vez que los humanos poblaron la tierra, este escogió que a diferencia del resto de los sirvientes de los demás dioses, estos tuviera personalidades propias y ninguno fuera idéntico al otro; Como él no tenía un rostro definido, opto por que su apariencia no fuera a la suya, solo tenía doce sirvientes, y estas dos se la pasaban discutiendo, febrero era más pequeño que el resto y Marzo le hacía siempre burla.

— "Y marzo otro poco" — susurro Febrero, a lo que su compañera le saco la lengua — espero que no tengamos que entrar ahí.

— No, el amo solo dijo que ella llegara bien — se escudó Marzo — la casa de su alteza Angustia, me da...miedo.

Y no era para menos, Amor también dudaba si entrar a molestarlo, los sirvientes de la deidad salieron a recibirla, obligándolo a continuar hacia la entrada, causándole un escalofrió por todo el cuerpo, después de las parcas de Muerte, los sirvientes de Angustia le daba un poco de temor.

Entro aquel oscuro recinto para mirar al susodicho, este yacía en su rincón favorito de aquella casa, haciendo hermosas figuras de origami sobre una enorme mesa de caoba, era algo que lo calmaba, mientras sus sirvientes visitaban a los humanos atosigándolos a sentir esa sensación que invadía a Amor en ese momento.

Ahora entendía lo que conllevaba una declaración, las manos le sudaban a través de los guantes, podía sentir un nudo en su garganta, no solo era la casa de Angustia que causaba un peso en su pecho, era saber que tendría que ser más directa como dijo Muerte.

En su hogar, Tiempo veía todo, casi nunca usaba ese poder sobre sus iguales, las habilidades que tenía eran asombrosas, debería estar enfrascado en el mundo humano, pero Mayo se encargaría de eso mientras él observaba ese sonrojo en la piel morena, esperaba que Angustia aceptara lo que Amor tenía que decirle y así cerrar esa "predicción" sobre sí mismo y la divinidad.

— A-amor — tartamudeo Angustia, la diosa soltó un respingo, ahora que él la había visto no tenía a donde huir, podría fingir cualquier banalidad pero sabía que era imposible seguir dándole vueltas al asunto.

— Hola Angustia— su voz sonaba como un susurro, tosió un poco para aclarar su garganta y verse más valiente, pensó en todas aquellas novelas rosa que había devorado con ojos ávidos, porque era más sencillo vivir un romance en la ficción que en la realidad, incluida la de ellos como dioses.

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