Pequeño regalo [Yuri!!! on ice : omegaverse]

Noche 9: El campeón solitario

[4 años, 6 meses]

  Las finales del grand prix de Burdeos se hicieron al mismo tiempo. La rama senior Tanto masculina como femenina se habían hecho el mismo día, todos estaban cansados. Una vez más, la reina del hielo había demostrado el porqué su apodo: nadie podía realizar con tal delicadeza los movimientos y saltos que a otras chicas se les dificultaba. Su salto personal era el flip cuádruple. Que ironía, el mismo salto que el de la leyenda viviente.

Víctor Nikiforov veía desde lejos la bella escena que estaba contemplando, y del cuál, de manera inconsciente, quería ser participé: su hija mayor cargaba en brazos a la menor, cuyo cabello plateado caía como bellas cascadas sobre sus hombros. La hermana mediana, ya de once años, abrazaba feliz la cintura de la alfa y también se percató de la presencia de Mari y Minako, quienes festejaban con aplausos el triunfo de la joven.

Dejó para el final la vista hacia la persona que se había clavado en su corazón, la que en secreto le dedicaba todas y cada una de las rutinas que había creado desde cuatro años atrás: su amado omega, Yuri. Ahora lucia diferente; su cabello negro estaba más largo, pero aún mantenía aquel rostro tan adorable que tanto amaba.

Sonrió con melancolía cuando miró los dulces ojos azules de la pequeña en los brazos de la chica mayor. azul contra  azul chocaron y las lágrimas se hicieron presente en el rostro del ruso.

Quiso avanzar, romper aquél  vacío que se había credo entre él y su familia, pero un agarre le impidió avanzar más allá de dos pasos.

-no Vitya- negó Yakov luego de que la familia Katsuki avanzará sin prestar atención- ellos necesitan un poco de espacio

Víctor quiso negarse a la petición de Yakov, pero se dio cuenta que eso era lo mejor. Aun no era tiempo para acercarse a ellos.

Mientras tanto, Natasha había dejado en el piso a su pequeña hermana, quien a penas se vio libre, corrió de regreso hacia donde se encontraba el ruso.

La pequeña peliplata aprovechó a esconderse en medio de los competidores, colándose entre los pequeños huecos en los que su cuerpo podía entrar. Una vez que encontró al alfa ruso, se colgó de su brazo.

-¿que sucede?-preguntó el ruso sin darse cuenta de quien estaba colgándose de su brazo.
-yo... yo...- la dulce mirada de una niña de cuatro años y medio se cruzó con la del ruso de casi 33 años.

La garganta de Víctor se secó por completo. La mirada tímida que esa niña la dedicaba lo sumía por completo en la desesperación de abrazarla fuertemente e ir corriendo por su familia. Suplicaría y se humillaría de ser necesario; nunca, en su vida, Víctor Nikiforov se había sentido tan solo.

-¿sucede algo, pequeña?- preguntó Nikiforov mientras se inclinaba delicadamente hacia la pequeña
-Anna quiere hablar contigo- susurró mientras jugaba nerviosamente con aquel suéter blanco con orejas de conejo
-claro, ven por aquí-susurró el ruso mientras tomaba de la mano a la niña y la guiaba hacia un lugar apartado de las miradas de curiosos

Víctor sintió el dulce olor a chocolate que provenía de la pequeña que caminaba de la mano de él. Algo dentro de él insistía en que rodeará aquella pequeña y delicada figura que era su hija, pero tenia que controlarse. Se había prometido que le daría lugar a la pequeña platinada que tenia a su lado.

En un lugar alejado de los demás, ambos se sentaron en una banca. Víctor trataba de pensar en como romper el hielo con su pequeña bebita de cuatro años, mientras ella balanceaba sus pies en la banca, ya que al ser tan Pequeña, sus pies no llegaban al suelo.