Ella no durmió aquel día, se quedó sentada viendo como el fuego y la luz que este emitía se acababa, veía como la oscuridad otra vez la abarcaba, la tomaba y la hacía suya como ella siempre recordaba, no tenía miedo, se sentía como en casa, fue una noche larga pero ella ahí sentada, no se movió ni hizo nada, al lado de ella estaba aquel hombre dormido, sumido en un sueño que quizás a ella le intrigaba, saber lo que pensaba o que era eso que tanto balbuceaba y que a veces le generaba risas porque con su misma lengua se trababa, solo y fija en un solo punto, un resplandor que poco a poco se notaba, era el amanecer que disipaba lo oscuro y ella volvía a ver lo que la rodeaba, tenía tanto por descubrir y una vida tan corta que le impedía ser dueña de todo lo que el mundo le daba.
Aquel Día esteban se despertó ya cuando el sol mostraba todo su resplandor, vio que la chica no estaba y que huellas marcaban el camino que ella había dejado perdida entre la playa, sabía que no era bueno pues aquel lugar no era tan pequeño como se pensaba, se levantó y aun un poco somnoliento siguió el único que tenia de ella, camino y camino y la encontró cerca de donde el día anterior la había encontrado, estaba sentada cerca de donde las olas llegaban y no la tocaban, tenía ese miedo de no saber que eran y el caminaba mojándose los pies sin que ella lo sintiera, la sorprendió por atrás y un alarido se escuchó en toda la isla asustando a todo aquello que por ahí había, él se cayó del susto y ella se fue de frente chocando su cuerpo con la ola que llegaba a saludar desprevenida, se levantó rápidamente y volteo para correr unos metros atrás muy asustada y también mojada por el agua, él quería reírse pero sabía que no era apropiado, se dio cuenta que ella nunca había estado en una playa frente al mar tan inmenso que rodeaba aquella isla, nuevamente la curiosidad de saber de donde era el volvía, pero sabía que era en vano pues en aquel lugar no había nadie más que él y ella viviendo sin saber realmente lo que hacían, Esteban se incorporó y se quitó la camisa dándosela a ella, pues el mar frio la había hecho temblar y la arena pegada a ella la hacía ver un poco rara, juntos regresaron lentamente a la cabaña donde sería el hogar de ellos dos, siendo esteban el guía de aquella misteriosa chica que a su vida había llegado de la nada.
El tiempo transcurrió, los días eran semanas y sin querer un mes en aquel lugar ya había pasado, aquella chica que al comienzo era una extraña poco a poco había aprendido nuevas cosas que le habían sido de utilidad y con gran satisfacción veía a Esteban ya no con miedo sino como alguien que siempre la ayudaba, Esteban por su parte sufrió mucho para poder comunicarse con ella y aunque no lo había logrado del todo, logro que ella entendiera algunas cosas, como ir al baño o vestirse que eran cosas tan cotidianas, aprendió a vivir para ella y el feliz estaba, ya no eran desconocidos, el ya no estaba solo, la veía como la hija que nunca tuvo y ella lo veía como un igual sin entender aun de que eran tan diferentes incluso en la mirada, ambos crecían en afecto y en sabiduría aprendiendo uno del otro inclusive cuando uno no conocía nada, el otro por su parte teniendo experiencia con el mundo guiaba a aquella tierna alma que curiosa trataba de desentrañar todos los misterios que la vida ofrecía a quien de su mano tomaba.
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Mundo sin rumbos
CasualeElla nunca conoció nada, criada y formada por el conformismo que rodeaba el lugar y las personas que vivían con ella era lo único que sentía, hasta que se vio forzada a sobrevivir, adaptarse y alejarse de todo lo que conocía, y lo que conocía era ab...