Antes de que pudiera volver a echar a correr, me sujetó por las muñecas, me estrelló contra la pared y me sujetó con su mano la garganta a modo de horca.
-¡Asesina, parásito, ladrona!- me gritaba enfurecido, apretando más su mano alrededor de mi cuello-.
Yo lo miraba confundida y aterrada, sin comprender nada. Las lágrimas ya inundaban mis mejillas. No podía respirar, me estaba ahogando. Pero raramente no sentía presión en el pecho, esa que se siente cuando estás bajo el agua y te quedas sin oxígeno.
¿Cuanto llevaba sin respirar? Más de tres minutos seguro. ¿No debería estar desmayada por la falta de oxígeno?
El chico me miraba con la misma expresión inmutable. De repente me soltó. Caí al suelo de culo.
-¿Es que todavía no te das cuenta?- me reprochó viendo mi cara llena de confusión- Es imposible que alguien que no esté viva pueda morir- me reprochó leyendo los pensamientos escritos en mi cara.
-¿Es que estoy muerta?
-¿Muerta? Alguien que jamás ha estado viva no puede estar muerta. Por eso estás aquí, eres un alma descarriada, un parásito que se apropia de los cuerpos de otros para poder acercarse a la vida. Pero se acabó, he venido a llevarte a donde te mereces.
Yo lo miraba sin entender. ¿Como que no estaba viva? Hasta hace unas semanas era una chica completamente normal, y ahora, ¿que se supone que soy? ¿un parásito asesino o algo así? Esto no tiene sentido.
-Te has equivocado. Creo que no soy quien crees que soy.
-Si lo eres- repitió volviendo a acercarse.
Intenté escapar de nuevo, pero en cuanto su mano me tocó todo a mi alrededor cambió. Ya no me encontraba en la calle, ni siquiera en mi ciudad o en mi país. Era un lugar completamente desconocido.
Yo miraba confusa a mi alrededor intentando encontrar alguna explicación razonable para esto pero no, no la había.
-Bueno, te presento tu nuevo “hogar”- me dijo con una mueca graciosa en su cara, parecía como si esto le divirtiera, como si estuviera llevando a cabo un acto de venganza hacia mi o algo- Este es un lugar para las personas como “tú”.
Observé mas detenidamente el lugar. Se observaba tristeza, desolación, violencia, miedo. Las personas parecían asustadas, algunas recelosas. El lugar estaba sucio, polvoriento, ruinoso, no se apreciaba tecnología de ningún sitio. En definitiva, aquel lugar parecía un campo de esclavos atrapado en la edad media.
-!No puedes dejarme aq...¡- fui a gritarle al chico, pero había desaparecido.
Me encontraba sola y abandonada en aquel lugar. Las personas a las que antes observaba, se estaban acercando. Reuniéndose alrededor mía.