Capitulo 17.

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El albino se levanto de la cama, solo portaba sus boxers y su pecho lo tenía descubierto, la platinada seguía dormida desnuda, con una sabana cubriendo su cuerpo.

Jack tomo una bermuda y una camisa cualquiera y salió de la habitación.
Al entrar a la sala se dio cuenta de que las mucamas no estaban, miro la ventana y los guarda espaldas estaban así que supuso que Elsa les había dado el día.
El timbre sonó.
Tomo los correos que estaban en la mesa de estar y acudió a la puerta, donde estaba la pelirroja mejor amiga de Elsa.

-Buenos días Jack ¿Y Elsa?- Dijo pasando al interior, Jack solo sé hizo a un lado mientras leía su correo.

-Sigue dormida- Comentó cerrando el correo.

-¡Iré a despertarla!- Dijo con emoción, pero antes el peliblanco jalón de su brazo con delicadeza.

-No puedes ir- Dijo con una sonrisa nerviosa.

-¿Qué hicieron calenturientos?-Preguntó Merida con una mirada acusadora. El albino se quedo callado- ¡No juegues! ¿Tuvieron sexo?- Merida comenzó a reír, el albino se sonrojó un poco. - ¿Con protección? Verdad?.- Jack la soltó del brazo- ¿¡Sin protección!? Dios santo bendito- Merida colocó una mano en su pecho.

La alvina entró a la sala con una camisa de Jack puesta y un short muy corto, estaba despeinada y se veía que acababa de despertar.

-¿Porqué tantos gritos?- Miro a los dos.

-Yo vendré luego- Salió de la casa.

La rubia ignoró la situación y comenzó su rutina, paso por la foto de Jason depositando un beso en la misma. Después se paso a la cocina donde Jack entró también.

-¿Irás al trabajo hoy?- Preguntó Elsa mientras ponía agua para el café de Jack.

-Si-

-¿A cual de los dos?- La rubia levanto una ceja.

-Los dos cariño- Respondió Jackson- ¿Comemos hoy en el Beige?.

-Claro, me encanta ese restaurante.- Dijo Elsa con una sonrisa.

----------Por La Tarde-------

La rubia caminaba por las calles para su encuentro con su esposo
Vestía así:

La rubia caminaba por las calles para su encuentro con su esposoVestía así:

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Y  hablaba por teléfono con Merida.

-No Mer, no quedare embarazada. No me he sentido mal- Dijo la rubia con una risa.

Le quedaban segundos para llegar al restaurante.
Cuando una mujer ya conocida se interpuso en el camino.

-¡Vaya, vaya! La mentada Elizabeth Snow- Dijo la ojiverde.

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