6.Castigo

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Las doradas hebras se desprendieron ante el desconcierto de Kurapika, casi pudo sentir como un enorme peso de encima le era arrebatado. El sonido del cabello al caer al suelo incluso le pareció estruendoso, como un ruido sordo y mórbido.

Ambos no dejaron de mirarse a los ojos.

Y el teléfono no dejaba de sonar.

--Contesta. – Demandó Kuroro, sereno y contento de lo que acababa de hacer. La curva de sus labios evidenciaba al cien por ciento lo que ahora admiraba.

La melodía que inundaba la habitación era muy de su gusto, el fino violín que encarnaba la gloriosa "Blood Ties"(N/A) era perfecta para describir la situación. La imagen de una fémina perfecta no existía más, pero nadie lamentó su repentina despedida, pues su muerte dio paso a la verdadera imagen detrás de un labial rojo. Un muchacho joven de aspecto delicado pero con una mirada apasionada, su cabello quedó un poco más debajo de su barbilla y fue así como Kuroro se permitió enamorarse irresponsablemente de un extraño.

Si Kurapika se sentía totalmente indefenso en ese momento, su pareja lo estaba mucho más. Sin querer y en completo silencio, el joven multimillonario más deseado del mundo bajó la guardia y se perdió infinitamente en el mar zafiro de un vulgar estafador.

--¿No lo harás?

Las manos de Kurapika temblaron y casi hacen que se resbale el teléfono, con torpes movimientos se las arregló para llevar la bocina a su oído y apretar el botón color verde. Acabando con la misteriosa melodía que le encantaba pero al mismo tiempo, asustaba.

--Jefe... -- susurró sombríamente y el dolor lo invadió antes de que contestaran en la otra línea.

Kurapika bajó la mirada cuando se atrevió a contestar y Kuroro aprovechó dicho segundo para empujarlo hacia el cristal de la habitación. Dejando al descubierto la figura perfecta de su nuevo amante ante la ciudad entera.

--¿Cariño?—Se escuchó desde el otro lado de la bocina, fue cuando Kurapika empezó a temblar nuevamente y desató aquella hermosa mirada. Azul y con un destello rojo.

Las manos de Kuroro se acomodaron de manera burda a los costados del rostro aterrorizado, los ojos oscuros se posaron en los labios y se quedaron allí por un buen rato.

Sin tener conciencia de ello, ambos empezaron a respirar más agitadamente.

--¡Kurapika!—la voz preocupada del hombre mayor, interrumpió aquel contraste de miradas. Quien sabe cuánto tiempo estuvieron sin decir nada. El teléfono volvió al oído de Kurapika, sin saber cómo debería responder.

--Estoy aquí...-- Susurró sin dejar de temblar.

Dejando de lado las acciones de su captor.

--Me has asustado ¿Dónde estás?

--No lo sé...

--¿Qué? Por favor, dime algo concreto.

--No, no puedo... no lo sé.

--¡Maldición! Escúchame, Kurapika...

Pero no concluyó, un gemido sonoro retumbó en la habitación. A las dos personas dentro y si, al hombre detrás del teléfono.

--¿Kurapika?

No supo en que momento sucedió y no tenía ganas de averiguarlo, Kurapika cerró los ojos y apretó sus manos solo dándose ánimos mentalmente. Kuroro no perdió el tiempo y de inmediato se abalanzó, deseoso y hambriento de aquella tersa piel blanca. Sus labios y lengua no dejaban de saborear desenfrenadamente el cuello de Kurapika mientras las sutiles risas salían totalmente satisfechas. Los suspiros y gemidos no se hicieron esperar.

SEDUCCIÓN(KuroKura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora