CAPÍTULO 5: Re-sa-ca

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Despierto, abro los ojos y me detengo a mirar a mi alrrededor. No estoy en casa de Carla, ni en mi casa, ni siquiera en una casa conocida. Estoy tumbada en una cama de matrimonio, sola y por cierto con un mareo importante.

Me pongo en pie y veo que llevo sólo mis braguitas, el resto de mi cuerpo está desnudo.

-¿Qué he hecho? - me pregunto cada vez más inquieta.

Voy a investigar a ver si veo a alguien por la casa, pero no lo hay, así que me voy directa al móvil y le envío un whatsapp a Carla:

-Buenos días. Tía por favor, échame una mano, no sé que hago aquí. Lo único que recuerdo es que me fui con Fran, pero aquí no está ni él ni nadie.

Carla no se conecta.

Reviso la casa de arriba abajo. Veo que es un chico muy limpio.Vive en un pisito más bien grande, o al menos a comparación de donde vivía yo...con una cocina super acogedora y ordenada, en su habitación, su armario está lleno de ropa de marca toda ordenada por colores.

Me siento con el corazón encogido, esperando alguna señal, la llegada de alguna información que me haga entender qué hago aquí, qué pasó anoche y por qué estoy sola, pero en cierto modo también tengo algo de miedo y angustia....

Suena el teléfono y me saca de dudas, aunque no estoy segura de querer, ni deber cogerlo...la curiosidad me puede al fin y contesto:

-¡Hombre! ¡Pero si es la Bella Durmiente! ¿Vaya horitas de despertarse, no?

-¡Hola a tí también! Se puede saber ¿qué hago aquí sola? ¿Por qué me dejas sola en tu casa? ¿A caso sabes quién soy? ¿Y si soy una ladrona y te desvalijo la casa?

-Lo dudo mucho, pareces buena gente - sonríe él.

-Estoy muy enfadada.

Nuestra conversación es tan natural que parece que nos conociéramos de toda la vida, y ni siquiera recuerdo qué pasó ayer ni si me gustó o no. Lo que sí sé es que el chico me da mucho morbo.

-Tengo hambre y sed y me duele el culo -me quejo

-Con lo que pasó anoche lo que me extraña es que te tengas en pie. Anoche no podías mantenerte, parecías un cervatillo, pero no dudo de que lo pasaste igual de bien que yo.

-¿Pero, qué dices?

-Mira, Ari, estoy muy a gusto charlando contigo, pero tengo mucha faena hoy, así que si no te importa, otro día seguimos con esta apasionante charla.

Contesto muy envalentonada ya que no le veo la cara pero lo cierto es que me siento ridícula...Ridícula, de que este "señor" por llamarlo de alguna manera me haya utilizado a su antojo en un momento de embriaguez y luego me haya dejado en su casa tirada como una colilla y encima me corte la conversación...pero ¿de qué va?

Cojo el metro, como una zombie, resacosa...el modelito que anoche lucía espectacular, ahora está sucio y sólo tengo ganas de llegar a casa de Carla y darme una ducha.

-¡Qué asco de tío! -le cuento a Carla

-¿En serio, tía? Si es un chico majísimo con todo el mundo...

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