Capítulo 9

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Decidimos partir a Madrid ese mismo día, queríamos aprovechar el tiempo al máximo, con las chicas que conocimos quedamos en visitarlas a Barcelona pronto, fue un viaje tranquilo sin ningún tipo de percance, nos reíamos, nos permitíamos conocer más las unas de las otras, y yo solo pensaba que era una suerte estar allí.

Camino al hotel me maravillaba con todo a mi alrededor, si, lo admito siempre deseé ser una especie de trotamundos, conocer cada lugar que pudiera aunque se me fueran los años en ello, amaba viajar, aprender, descubrir culturas y costumbres, era inevitable, eso me llenaba por completo...

Mia parecía adorar mi pasión ya que no paraba de señalarme algún sitio y platicarme sobre el mismo, también diciéndome todo lo que quería mostrarme, de los lugares que pensábamos ir, definitivamente cada minuto que pasaba a su lado me gustaba más aun, ella es una mujer increíble, era fácil obnubilarse por su presencia y la atención que es capaz de dedicarte. Realmente empezaba a preguntarme: ¿Por qué una mujer así estaba soltera?

La miraba tan atenta pero a la vez perdida en mis pensamientos que no me di cuenta cuando me hizo una pregunta...

- Pequeña ¿estás bien? Te noto en otro lado. - Dice ella con ese hermoso gesto de preocupación que la caracteriza.

- Si, si, lo siento me perdí pensando en otras cosas - me sonrojé sin poderlo evitar - ¿Qué me estabas diciendo?

Ella solo sonríe negando con la cabeza de tal manera que los cabellos se mecian con una sutileza sublime... ¡¿Hay algo que no se vea malditamente bien en ella?!

- Nada importante, solo permite que te diga que te pones más hermosa cuando te ruborizas. - Ok ahora soy una especie de tomate viviente.

- ¿Cómo puedes lograr hacerme sentir tan avergonzada así de seguido? - Ella solo se ríe.. Cada detalle en ella me sumerge en una total plenitud. Siento como si fuera empujada en un abismo con su nombre repitiéndose en forma de eco, y lo peor es que no quiero ser salvada de allí. ¿Quién en su sano juicio lo querría? - Empiezo a creer que quieres enloquecerme.

- Pensaba que ya lo hacía - ¡Esa estúpida sonrisa de suficiencia! - Es broma, pero si, me gustaría enloquecerte de muchas formas distintas - Dice susurrando en mi oído, la siento sonreír y dirigirse a mi cuello, inhala mi aroma como si se tratase del mismísimo oxígeno que le faltaba para luego morder suavemente causando un estremecimiento por todo mi cuerpo. ¡Esta mujer me va matar! Y yo moriría feliz...

Llegamos al hotel donde pasaríamos unos días, debíamos aprovechar ya que Mia y Kath no disponían del mismo tiempo que nosotras, y bueno eso incluye pasar lo más posible con mi perfecta Diosa Alemana, así que compartiríamos la habitación, mientras Nat y la rubia harían lo mismo.

Necesitaba una ducha así que no dude dejar las maletas en la cama y empezar a desvestirme, hecho que, por supuesto, no pasó por desapercibido para los ojos más profundos que he conocido...

- Du bist wunderschön - dijo ella de pronto y mi cara era un poema, si me insultó pues que manera tan sexy de hacerlo.

- ¿Ah? - Fue lo único coherente que pudieron decir mis labios, mientras estaba totalmente desnuda ante ella. Solo me sonríe, oh si, esa sonrisa de "te voy a morder"... Y para que mentir, con gusto me dejo.

- Eres hermosa, eso dije - ¡Oh, mis mejillas! Se acerca lentamente acunando mi rostro con una de sus manos, recorre mis labios con su dedo pulgar mientras muerde el suyo y su mirada se dilata - Te desnudas delante de mí, no puedes pretender que me quede sin hacer nada ¿verdad?

- No, no, digo, si, bueno como sea, solo pensaba en lo mucho que queria una ducha - respondo avergonzada pero al mismo tiempo orgullosa de tener ese efecto en ella.

- Pues me parece perfecto, vamos a darnos un baño juntas - Dice levantando su ceja y dándome una de sus mejores sonrisas. Creo que me he mojado... Se empieza a desvestir lentamente sin dejar de mirarme a los ojos, si definitivamente mojada. Tiende su mano en mi dirección - ¿Vamos?

Claro que sí, contigo desnuda hasta el jodido infierno te seguiría, aunque ¿a quién engaño? Vestida también lo haría.

Fue un tiempo sin duda bien invertido en la ducha, ella me hacía sentir cómoda y segura en tantos aspectos que no sabía explicarlo, normalmente uno creería que una mujer tan hermosa como lo es Mía te haría sentir insegura, incómoda, la belleza de algunas puede opacar la de otras pero no, ella me miraba con tanta intensidad, me daba tanta atención que yo me sentía absolutamente deseada, magnífica, segura como jamás lo he sido y eso era tan maravilloso como aterrador...

Disfrutamos del resto del día en el hotel, queríamos responer fuerzas para las actividades que teníamos planeadas, Mia llamaba demasiado la atención y si, sentía algo como celos. Aún así no me duraban ya que ella podía tener a una mujer despampanante delante y era como si no existiera, sus ojos solo enfocados en mi, eso me hacía sentir feliz y excitada.. ¿Qué me estaba haciendo ella? ¡Quiero sentirla todo el tiempo! Me estoy volviendo una adicta y ella mi droga particularmente atractiva.

- Realmente me gustas - suelta de pronto mientras estábamos cenando en la terraza de la habitación, no sé a qué viene eso pero me quedo callada observándola - Te preguntarás porque digo esto de pronto - me sonríe - Es que no te sabría responder concretamente pero cada minuto que paso a tu lado, cada vez que descubro en ti un nuevo gesto, alguna nueva manía, la pasión que pones al hablar de las cosas que te gustan... Eso, me hace desear que no vivas tan lejos de mi, que esto no fuera solo unas simples vacaciones, que yo en algún momento deba irme y tú también. - suspira

- Te comprendo. - fue todo lo que pude decir junto con la pregunta que lleva rondándome desde temprano - ¿Cómo es que aun estás soltera? - Ella empieza a reírse, oh por todos los santísimos dioses de cada mitología existente ¿he mencionado que amo su risa?

- No debería sorprenderme que me hagas ese tipo de preguntas de la nada - toma mi mano para guiarme a que me siente sobre su regazo, acaricia mi mejilla como meditando su respuesta - Pues no lo sé o tal vez si, estuve a punto de casarme con una chica, creí que era la persona indicada, la verdad ahora que lo pienso no sé si realmente estaba enamorada de ella o de como era yo cuando estaba con ella... Creí que tenía todas las cualidades para ser la compañera de vida ideal, compartíamos círculos sociales, gustos, pasatiempos, en esos momentos no lo veía pero ella me llevaba a su lado como si de un trofeo se tratara y yo me creía afortunada por eso, todo apuntaba a ser un final feliz de cuento de hadas pero no lo fue, por mi trabajo a veces tengo que viajar, uno de esos viajes acabó antes de tiempo, la llamé para avisarle, hasta para eso yo era cortés, no contestó - sonríe levemente - Y bueno, al mejor estilo de una novela dramática llego a mi casa para encontrármela en mi cama con dos mujeres. ¿Lo peor? ¡Es que era mi casa! No vivíamos juntas, aunque ella tenia llaves del lugar, su cinismo era de reírse, al menos ahora. Nunca sentí tantas ganas de golpear a alguien como en ese momento que se dio cuenta que estaba allí... "Cariño, ¿no te quieres unir?" me dijo, estaba totalmente drogada, ebria o las dos cosas, nunca me interesó averiguarlo. Simplemente espere que se vistieran las tres y se fueran, me llamó mil veces, nunca le contesté y decidí mudarme, aunque han pasado varios años de eso mi seguridad no la deja entrar a ninguna de mis oficinas, ni mi actual residencia. No quiero decir con esto que tuve alguna especie de trauma para toda la vida - se ríe - Tuve otras parejas pero nada demasiado importante, aunque si tengo mis reticencias con respecto al compromiso.

- Eso de tener mala suerte en el amor es otro punto en común, aunque no entiendo qué necesitaría esa loca de otras dos, yo no es que tenga mucha experiencia en la materia como para tener una opinión completa pero... - me coloco a horcajadas encima de ella y acerco mis labios a su oído - Lo haces estupendamente bien, no cambiaria esa boca y estas manos - digo tomando sus manos para llevarlas hasta mis glúteos - por nada del mundo. - suspira y siento sus manos presionando fuerte causando que un gemido audible se me escape.

- Es lo único que importa en este instante - me dice con la voz ronca


Y aunque no me atreví a decírselo, ahora más que nunca deseaba tenerla solo para mi.

Sin Aliento. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora