agnus no había conseguido dormir en lo absoluto. Sabía que Signe no tenía otra opción más que acompañar a su padre y su séquito a aquellos sitios remotos del reino. Lo que le indignaba era el hecho de no poder ir con ella.
No había caso en demandar o rogar a su padre para que lo reconsiderara. No iba a escucharlo y era muy capaz de mandarlo a la cárcel si lo creyese conveniente. No había nada que podía hacer por ella y eso era algo que le irritaba demasiado.
¿Y si algo le ocurriera? Su padre y los demás guardias eran expertos en el combate cuerpo a cuerpo. No por nada se decía que el hacha del rey Mikkel parecía más una extensión de su cuerpo que un arma de guerra. Sin embargo, Signe no sabía siquiera blandir una maldita espada.
Sus ojos azules miraban al techo. Berwald había querido decirles algo importante pero lo de Signe le había molestado tanto que no le había prestado suficiente atención. Frunció el cejo, se sentía un inútil. No podía ser de ayuda ni para su padre ni para aquella chica a la que tanto adoraba. Porque, aunque no lo pareciera, esa adolescente se había convertido en su mundo.
Día tras día, desde que había llegado allí, había ido junto a ella. Si bien al principio le había intrigado su belleza, había sido su personalidad lo que le había hipnotizado por completo. No le trataba como si fuera alguien especial, como la gran mayoría de las personas, ni buscaba conquistarlo, pese a ser el príncipe heredero.
Magnus se volvió a revolver sobre su cama y miró hacia la ventana. No, no podía quedarse allí por más tiempo. Tenía que estar con ella durante las horas restantes. No podía soportar la idea de que no regresara y él no le había dicho nada de lo que sentía por ella, aunque estaba seguro de que se lo había dejado bien en claro.
Se vistió mal que mal y evadiendo la seguridad del castillo, salió hacia al jardín. Al salir allí, escuchó los gritos de los animales. Signe estaba trabajando con mucho esfuerzo, totalmente sola.
Ella estaba en negación, en completa negación. Quería creer que la conversación con el rey no había tomado lugar. Sólo estaba entrenando a los animales para un nuevo ejercicio militar.
Colocar las monturas era la parte sencilla. Era lo más fácil de todo, pensó. De lo que no estaba segura era que aquellos animales pudieran resistir un viaje tan largo. Suspiró, no había nada qué hacer.
Se sentó en el suelo, hambrienta. No había probado bocado en toda la noche y era probable que no lo hiciera antes de emprender el viaje. El rey quería salir cuanto antes. Sólo esperaba resistir lo suficiente.
—¿Estás trabajando mucho? —preguntó una voz en la oscuridad.
Signe no era fácilmente intimidada, pero aquello le sobresaltó. No había esperado que alguien se le acercara a esa hora de la noche. Sin embargo, intentó mostrarse serena al percatarse de que se trataba de Magnus.
—Oh, eres tú —comentó. Trató de mostrarse indiferente, pero agradecía que le hiciera compañía en ese instante. Necesitaba de apoyo y él era el único capaz de brindárselo.
El príncipe se sentó a su lado y contempló a las bestias. Eran imponentes, lo admitía. Se preguntaba cuánto tiempo le habría tomado a Signe para domarlas. Algunos aleteaban y las enormes plumas de sus alas caían al suelo.
Sin embargo, pronto se centró en ella.
—Siempre me ha impresionado cómo manejas a estos animales —comentó el muchacho mientras que veía lo que sucedía frente a él. Todos tenían el arnés y aunque lucían un tanto incómodos, ninguno se molestaba en escaparse.
—No son tan difíciles —respondió cortante. Sin embargo, sin realmente pensarlo, se acercó un poco más al otro.
—¿Estás nerviosa? —Había querido evitar la pregunta pero no podía hacer otra que preocuparse por ella. Era una interrogante ridícula, ¿por qué no habría de estarlo? Tenía que viajar con un grupo de viejos que apenas conocía...
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La leyenda del Rey del Norte [Denmark x NyoNorway]
Fanfic[DENNOR] [UNIVERSO ALTERNO] Cuenta la leyenda sobre un rey que dio todo para salvar a su reino y que venció a las fuerzas tenebrosas que sumieron a la Tierra por un largo tiempo, contra todas las probabilidades. Pero toda leyenda tiene un comienzo y...