Los primeros rayos del sol se colaron por la abertura de las cortinas de la alcoba de los DelValle. En la mansión reinaba la calma, eso significaba que los niños estaban durmiendo en sus respectivas habitaciones.
Susana estaba acostada con la espalda apoyada en el colchón. Tenía una sonrisa en el rostro y en sus ojos, un brillo especial. Esteban se encontraba recostado a su lado derecho, pegado a la pelirroja. Él le acariciaba el rostro y apartaba los mechones que se habían adherido a la frente de su esposa.
—Y es una mujer muy responsable y respetuosa. Además acata todas mis órdenes sin objetar nada.
—Y sabemos lo difícil que es seguirte el ritmo.
—Y eso no es todo —ella continuó relatando—. También hay chicas que tienen mucho potencial.
—No el suficiente como para superarte, preciosa.
Susana sonrió con orgullo. Los halagos de su esposo nunca faltaban después de haber estado juntos.
—Ahora recuerdo que mi auto me lo entregarán mañana. El mecánico llamó ayer para avisar.
—Creo que me he acostumbrado a llevarte y buscarte del trabajo. Así te controlo con más facilidad.
—Oh, querido. En verdad te agradezco que estés muy pendiente de mí. Ya ves que hay mucha tentación alrededor —dijo bromeando.
—Es un placer, señora. No te imaginas cuánto...
Esteban la besó lentamente, uniendo sus manos con las de ella. Estaban envueltos en sábanas de color rosa pálido. Cuando se separaron, Susana se levantó y se puso el camisón que estaba tirado en un rincón de la habitación. Su esposo la miraba con diversión.
—Ya ves, te dije que el color de las sábanas no podría atentar contra tu masculinidad —comentó triunfal.
—Jamás discutí eso, Susana. Solamente propuse que hiciéramos la prueba y utilizáramos las sábanas mientras nos entreteníamos...
Susana fingió sorpresa.
—¿Ahora lo llamas así?
—Ya amaneció. Imagino que no olvidaste la regla que impusiste sobre las palabras adecuadas para cada horario —sonrió de lado.
—Oh, señor DelValle. Dichas reglas solamente funcionan en presencia de nuestros retoños.
Escucharon unos pasos apresurados que iban en su dirección y Susana se tumbó en la cama. Esteban, en un movimiento rápido, se acercó a desllavear la puerta y después se acomodó al lado de Susana. Los dos fingieron estar dormidos.
La puerta se abrió y dos pequeños cuerpecitos ingresaron a la habitación. Emilio ayudó a su hermana a subir a la cama, ya que era un poco alta, para después utilizar las mantas para subirse él.
—¿Estás lista? —le preguntó a su hermana y ella asintió.
—¡Despierten! ¡Despierten! —gritaron mientras saltaban encima de sus padres.
Susana abrió los ojos y tomó a Emilio, quien estaba más próximo a ella, de la mano. Lo tumbó encima de ella y le saludó con besitos en sus mejillas. Esteban abrazó a la niña y se la acercó a su madre.
Habían pasado cuatro años desde el nacimiento de los niños. Esa mañana se enfrentaban a un desafío muy importante: el primer día en el jardín de niños. Sandra y Emilio estaban muy emocionados por las historias que habían escuchado sobre ese lugar. Les habían dicho que allí habría muchos juguetes, al igual que niños con quien compartirlos.
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Conexión Carmesí
VampireSusana Moreno había sido bendecida con una belleza tal que la había llevado a ser una de las modelos de alta costura más solicitada de la temporada. Tenía un buen trabajo y un novio amoroso, hasta que un vampiro interrumpe su felicidad. Esteban DelV...