Una mujer de cabellos negros y ojos verdes les observó con sorpresa. Jamás habían ido a tocar la puerta de la casa como si el mundo se estuviera acabando. En otros casos habían irrumpido sin más ni menos, buscando que el señor resolviera algún problema.
—Lo siento, el señor Ibarra se encuentra indispuesto —dijo con voz monótona.
Esteban frunció el entrecejo. Previamente Celeste le había advertido que el hombre era muy selectivo con las personas que dejaba entrar a su casa. Era sorprendente que el inmortal hubiera predicho que tocarían su puerta.
—Dígale que Esteban DelValle quiere verle —dijo entrando, de todos modos, a la sala junto con Celeste.
—Enseguida —se apresuró la mujer.
—Pobrecita. No creo que se haya acostumbrado a todo lo que sucede a su alrededor —comentó Celeste con compasión.
—¿Por qué tiene una empleada mortal? —se extrañó Esteban.
—Es más simple. Pagas por el servicio y por el silencio. Aunque los que poseen poderes mentales no se preocupan en averiguar lo confiable que pueden llegar a ser los empleados.
El lugar estaba decorado con una pisca del estilo victoriano mezclado con estilo gótico. Las grandes pinturas estaban enmarcadas con oro y las paredes estaban forradas con un color ocre oscuro. Era el tipo de estructura que asustaba a los pequeños que vivían a los alrededores.
Celeste estaba muy nerviosa. Sus manos le sudaban y no sabía qué hacer para dejar de pensar en lo que Arturo podía hacerle a su amiga. No quería que Susana sufriera lo mismo que ella.
—Debido a que ya conozco la identidad de uno de los presentes no preguntaré algo obvio. Dígame, joven DelValle, ¿en qué puedo ayudarle?
Un hombre de cabello negro y largo, vestido con una bata gruesa de color azul, se adentró a la habitación con evidente enfado.
La habilidad especial de Esteban era notoria cuando su iris cambiaba de su color normal a uno gris claro.
El señor Ibarra se sorprendió. Hace siglos que no veía unos ojos como esos de cerca. Se acercó para comprobar que fueran reales y al ver que una circunferencia azul rodeaba el iris, se quedó sin habla por segundos.
—¿Cómo es posible? —interrogó sentándose en el sofá más cercano.
—Es una historia muy larga, la cual él podría contarle en otro momento —interrumpió Celeste—. Lo importante aquí es que necesitamos que nos ayude diciéndonos la localización de una persona.
—¿Por qué haría eso? —se volvió hacia la mujer.
—Porque otro inmortal secuestró a la mujer que amo y si no la salvo... mi hijo no sobrevivirá —contestó Esteban con seriedad.
—¿Ella es inmortal? De otra forma no podría meterme en el asunto...
—Escuche, señor. El inmortal que la raptó violó la ley de respetar el amor que hay entre dos personas.
—Un momento... ¿Eso quiere decir que Susana Moreno está viva?
Celeste sonrió ante la inteligencia del hombre. Estaba satisfecha porque todo el mundo había sido testigo del amor que se tenían la pelirroja y el castaño. Su rápida capacidad de deducción les había ahorrado mucho tiempo.
—Así es —aventuró Esteban—. Arturo la convirtió y la alejó de mí.
César se levantó y asintió.
—No necesito más explicación. No puedo negarte mi ayuda después de que han quebrantado una de nuestras leyes más importante. Además, si no hubiera sido por tus antepasados, los Ibarra no tendríamos un poder que diferenciara a nuestro clan.
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Conexión Carmesí
VampirosSusana Moreno había sido bendecida con una belleza tal que la había llevado a ser una de las modelos de alta costura más solicitada de la temporada. Tenía un buen trabajo y un novio amoroso, hasta que un vampiro interrumpe su felicidad. Esteban DelV...